Jamás los venezolanos pensamos que miles de compatriotas transitarían por la misma ruta que utilizó el Libertador Simón Bolívar para la liberación de países hermanos: Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, además de su natal Venezuela, esta vez agobiados por la hambruna, miseria, desempleo y muchos otros problemas de carácter económico, social y político, como consecuencia de la ineptitud, incapacidad, negligencia y felonía de quienes detentan el poder desde hace 20 años, primero con Hugo Chávez, y desde hace cuatro años y medio con Nicolás Maduro.

Han transcurrido 209 años desde que la hermana república del Ecuador el 10 de agosto de 1809 marcó el inicio del proceso independentista, fecha en la que fue destituido el presidente de la Real Audiencia de Quito, Manuel Urriés, Conde de Ruiz de Castilla, dando paso a la instalación de una Junta Soberana de Gobierno que tuvo como autoridades a Juan Pío Montufar en el cargo de presidente y a José Cuero y Caicedo como vicepresidente. De inmediato las autoridades españolas (peninsulares) dispusieron eliminar la rebelión movilizando tropas desde Guayaquil, Popayán y Pasto con la misión de tomar Quito y acabar con los insurrectos; al ser apresados y condenados, el pueblo de Quito emprendió en acciones para rescatar a los patriotas encarcelados en el Cuartel Real de Lima (actual Museo de Cera), hecho que terminó en la masacre de los próceres el 2 de agosto de 1810, en la que irrumpieron no solo los pobladores de los centros urbanos de Quito, sino también desde las periferias, siendo participes todos los grupos sociales.

El Ministerio de Cultura y Patrimonio, a través de la Subsecretaría de Memoria Social del Ecuador rememora los 209 años de la Revolución quiteña, conocida también como “Primer Grito de la Independencia”.  Años después, a raíz de la disolución de la Gran Colombia en el año 1830, Venezuela, Colombia y Ecuador iniciaron sus derroteros por nuevas sendas, al calor de un  prometedor futuro que a los largo de los años que siguieron, estuvieron salpicados de tenebrosos episodios que dieron al traste con los ansiados derechos sociales, libertades y democracia con las que soñaron sus pueblos.

A 209 años de esta hermosa gesta que recoge la historia ecuatoriana y que coincidió con la llegada a la frontera del Ecuador de miles de venezolanos, como lo señalamos al principio de este artículo, transitan dolorosamente a diario y muchos a pie por la misma ruta de nuestros libertadores Bolívar, Sucre, Juan José Flores, Rafael Urdaneta, Diego Ibarra, y otros, iniciando una diáspora jamás imaginada y nunca vista en América Latina: Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Bolivia, Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil reciben a diario en sus fronteras a mujeres, niños, hombres, algunos hasta de la tercera edad, en franca demostración de solidaridad con el sufrido pueblo venezolano, otrora anfitrión de miles de súbditos de otras latitudes latinoamericanas y europeas.

Son muchas y sobradas las razones por las cuales miles de venezolanos tomaron la decisión de emigrar, en procura de un mejor destino y futuro para su bienestar personal y el de su núcleo familiar. Una de ellas la descomunal inflación con tendencia a alcanzar los más altos niveles según expertos economistas nacionales y extranjeros, que podría llegar a 1.000.000%, lo cual evidencia una virtual estanflación que sumiría más aún al pueblo venezolano en un estado de absoluta indefensión, miseria, abandono, calamidad y postración jamás imaginada. No hay sino que escuchar la queja de quienes allende las fronteras patrias manifiestan encontrarse con el ánimo de poder sobrevivir y enviar dinero a sus padres, hermanos, hijos y demás familiares para su subsistencia. Triste episodio que lacera el alma y corazón de quienes permanecemos en el país, enfrentando día a día tan dura y difícil contingencia, manteniendo la fe de que en cualquier momento podamos superar tan difícil trance y salir de esta horrible pesadilla.

Nicolás Maduro tiene cuatro años y medio achacando los males de la economía a la denominada “guerra económica”, y bajo el argumento de “combatirla” ha contado con leyes habilitantes y decretos de emergencia económica que, en lugar de corregir, profundizaron las distorsiones, por lo cual hay una caída de la producción, desabastecimiento e inflación, que aunado con la especulación hacen más que imposible la adquisición de bienes y servicios, lo cual se traduce en una inequívoca situación de extremada pobreza, que profundiza más aún los desequilibrios económicos que agobian al pueblo venezolano, cansado de enfrentar tan dura batalla por su subsistencia y la de su núcleo familiar, que según algunas estadísticas sobrepasa más de 85%. Abrigan, eso sí, la esperanza de retornar a la patria tan pronto el socialismo marxista, comunista y mal llamado bolivariano, salga del poder.

El abogado e internacionalista ecuatoriano Francisco Huerta Montalvo, que vivió varios años en Venezuela, refiere en un artículo publicado en el diario Expreso: “A mí, que allá viví admirando su historia y sus valores, me duele ver a los descendientes de Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Simón Rodríguez, Rómulo Gallegos, Jacinto Convit y Armando Reverón (para citar al azar solo unos nombres de un país “más poblado en la gloria que en la tierra”) haciendo largas colas en la frontera colombo-ecuatoriana, luego hacinados en improvisados refugios y después sometidos a todo género de explotaciones mientras están en tránsito hacia otros países, o tratan de asentarse en el nuestro. No puede ser que hasta que se resuelva el problema de fondo –el retorno a la democracia en Venezuela– sus hijos tengan que sufrir las humillaciones más intolerables, durmiendo en la calle sin abrigo y sin alimentos, y lo que es peor: sin esperanzas”.

@_toquedediana

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