Sin exagerar, desde cualquier punto del universo, donde quiera que estés, cuando escuchas “Sin rencor” tus ojos se humedecen y sientes en tus venas y en tu alma que perteneces a algo que te define como persona. Hoy, con dolor infinito, nos preguntamos ¿qué pensar de ese pedazo de nuestro territorio donde la economía se ha reducido 75%, se han perdido 2.000 empleos y 8.000 están seriamente amenazados? ¿Cuál horrible conjura somete a condiciones de vida tenebrosas a esos venezolanos, trabajadores, alegres, religiosos, multicolores que siempre han sido los zulianos?

Zulia ha sido siempre el corazón del mundo petrolero, pero también el gran productor de alimentos, carne y leche. Una curiosidad entre los países y regiones petroleras, conjugar la suerte de productor petrolero con la condición de gran potencia agrícola y pecuaria, insertada en ese emporio constituido por  el sur del lago de Maracaibo, de gratos recuerdos por su gente.

Nos acosan los testimonios de la gran tragedia que somete a los zulianos, la gran paradoja que viven los marabinos petroleros, madrugan desde las 3:00 am para aprovisionar sus autos de gasolina, a las 10:00 am no van ni por la mitad de la cola, eso si hay suerte, tal como me informa la maracucha reencauchada Yetty Alviarez. La crisis de los servicios de agua y electricidad es inclemente en una región donde la temperatura siempre oscila en 40º a la sombra. La electricidad en la Costa Oriental del Lago y en Maracaibo es intermitente, solo cada 6 horas en un esquema de racionamiento que la mayor parte de las veces no se cumple.

El agua, sin la cual no viviríamos, desaparecida, se cotiza en 10 salarios mínimos cada cisterna, la cual es pagada con el aporte de al menos 4 familias. Un taxista que traslada a Yetty a su domicilio le comenta: “En mi casa no se va la luz». “Qué suerte”, le responde ella. Entonces, el chofer agrega: “Es que en mi casa nunca regresó la luz desde el primer apagón”.

A todos estos pesares hay que agregar la violencia desatada desde el gobierno. Las quejas de los ciudadanos son reprimidas con un furor desmedido, disparos, bombas arrojadas a los que con toda razón reclaman la destrucción de las condiciones de vida. Fuerzas represivas que pretenden callar, silenciar por la fuerza el reclamo indetenible de la población que sobrevive, sin servicios básicos, con empleos destruidos, en medio de las amenazas físicas de los cuerpos de represión del gobierno, usurpador del poder por vías totalmente tramposas, que niega la voluntad del pueblo zuliano de elegir a quienes desean sean sus gobernantes legítimos.

El Zulia hoy es como una gran herida en nuestra alma, es imposible aceptar que esas tierras pródigas que nos han alimentado durante más de un siglo, donde prosperó la industria petrolera como principal fuente de generación de riqueza esté soportando tormentas peores a Haití o Biafra, sin alimentos, sin luz, sin agua, la basura y todo tipo de deshechos invadiendo las calles, azotados por las invasiones de insectos, roedores, reprimidos por bandas delincuenciales que saquean los comercios sin compasión, sembrando pánico entre los hogares, hasta el punto de creer que nos acercamos a un fin del mundo.

Los demócratas venezolanos y el mundo no pueden ser indiferentes ante la destrucción que se ha desatado en el Zulia, uno de cuyos pecados a los ojos del régimen espurio de Maduro, es no haberse doblegado nunca, no haber creído el cuento del socialismo del siglo XXI y mantener valientemente la llama de esperanza, la libertad, el respeto al ser humano, valores que el régimen reniega sin un ápice de piedad. El gobernador usurpador Omar Prieto, con una hoja de vida del mismo tenor que Maikel Moreno, llena de presuntos actos delincuenciales sin castigo, impune ante sus autorías vandálicas, según informan los propios zulianos, solo ofrece más represión, castigo, muerte para todo ciudadano que se atreva a levantar la cabeza y luche por un cambio, por la paz y  el encuentro entre los zulianos para restituir la calidad, el color, la amistad que siempre fue patente entre ellos.

Si algo aprendemos cada minuto en el Zulia es que el mal no tiene limites, se puede destruir hasta el último ápice de vida sin remordimientos, ni búsqueda del perdón, tal como lo demuestra Omar Prieto y su banda de agresores a la vida de los zulianos, pero también la vida y la gente nos depara momentos de esperanza y redención. Allí llegó sorteando mil obstáculos Juan Guaidó, nuestro presidente; los zulianos salieron de sus casas empobrecidas a acompañarlo, hasta una novia que se dirigía al templo a casarse detuvo su comitiva y se unió al joven líder blandiendo en alto su bouquet de flores para reclamar libertad.

Guaidó se entregó en Maracaibo, Machiques, Cabimas, Perijá, sitio al cual agradeció haberlo acogido junto con su familia cuando fue azotado por la destrucción de La Guaira. En todos esos lugares la multitud acudió libremente, sin convocatoria, solo con el sentido de responsabilidad que insufla a los que sienten que tienen que oponerse a la destrucción y a la violencia. El mal no tiene límites, pero el bien siempre triunfa, detrás están nuestras creencias religiosas, la Chinita y el corazón alegre y responsable de los ciudadanos del Zulia. Sepa el régimen que los zulianos no están derrotados, hoy Maracaibo con sus 40º a la sombra, junto con la valiente San Cristóbal, pueden ser el corazón, el centro de la recuperación de la libertad para toda Venezuela.


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