Nadie comprometido con el rescate de la libertad y de la República puede llamar a que este pueblo se abstenga de luchar. Eso no cabe en la cabeza de quienes, ahora más que nunca, estamos resteados con la plataforma de trabajo concebida de cara a los venezolanos, para motivarlos a darlo todo, incluida la vida, como las de decenas de compatriotas que fueron asesinados vilmente por las fuerzas represivas de esta dictadura.

Para nosotros no hay vacilaciones ni agendas ocultas. Nuestro compromiso es con el país y con ese destino de progreso que imaginamos posible edificar, una vez desplazado este régimen que ha despilfarrado miles de millones de dólares sin justificación alguna.

Sobre esto, la ex canciller Delcy Rodríguez, balbuceante, quedó confesa al no poder responder con argumentos válidos la interrogante de la aguda periodista Lucía Newman, del canal de televisión árabe Al Jazeera, quien le manifestó que el país recibió más de 1,5 billones de dólares en ventas de petróleo y, sin embargo, a través del Banco Central de Venezuela vendió bonos de Pdvsa con valor de 2,8 millardos de dólares al banco de inversión Goldman Sachs por la cantidad de 865 millones de dólares, con 69% de descuento porque el país es insolvente. La periodista de forma directa le preguntó: ¿Dónde está ese dinero?

Un pueblo que conoce la dictadura que lo arrincona no se abstiene de luchar. Un pueblo que padece hambre, que muere por falta de medicinas o a manos del hampa, no se paraliza, no se queda dubitativo en una encrucijada que nos plantea un camino para salir de esta barbarie o una ruta culebrera para cohabitar con el engendro. La ruta valedera fue marcada el pasado 16 de julio, y lo hizo la ciudadanía. Fueron más de 7,6 millones de venezolanos los que respondieron 3 preguntas y nos dieron un mandato que no da lugar a dudas. Esa fue una sentencia precisa, porque se nutrió de la movilización voluntariosa y consciente de esos millones de compatriotas que, confiando en nuestra estrategia, acudieron al plebiscito y aún esperan que esa agenda sea honrada. No deben abstenerse los dirigentes de hacer valer en la realidad esa propuesta, que además sirve para salirle al paso a los que sarcásticamente nos preguntan: ¿Y ustedes qué proponen? Pues que se dé fiel acatamiento al espíritu puesto de manifiesto ese 16 de julio. ¿Que si se vota o no? Ese es un derecho que los ciudadanos ejerceremos según el particular criterio que se debe respetar, sin estigmatizar a nadie según la opción que asuma.

Debe cuidarse muy bien el extraordinario respaldo internacional que tiene definido a este régimen como dictadura, y coincide con nuestra opinión de que esa fraudulenta constituyente es ilegítima, y mal pueden aspirar los mensajeros de Maduro a que sea validada por la oposición democrática. Los ciudadanos que salimos a las calles con coraje y determinación, rubricamos con nuestras firmas un compromiso que sigue más vigente que nunca y solo exigimos que esa lealtad al resultado del plebiscito sea compartida. Cierro esta reflexión convencida de que a nadie se le ocultan los dramáticos hechos de hambruna, de muertes por bandas hamponiles o carencia de medicinas, los cuales confirman que la situación del país no es normal. Todo esto es muy grave y demanda soluciones urgentes. Nos corresponde entonces plantarnos en la vanguardia de esta cruzada, sin diatribas que nos saquen del foco que prendimos en esa histórica consulta popular.


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