Por lo general, los dictadores se llevan bien entre ellos. Sin duda, es algo natural si se tiene en cuenta que normalmente comparten los mismos ideales. En su esencia, ellos son como miembros de una misma cofradía. Eso lo notamos claramente en lo interno de sus respectivos gobiernos: cada uno, sin excepción, está dispuesto a llevar a cabo toda clase de desaguisados con tal de dirigir su respectiva orquesta política por el tiempo que le resta de vida, y que un familiar o su más cercano colaborador lo suceda en el cargo. Lo realmente curioso es que ninguno de ellos aprende de las malas experiencias de sus otros colegas, razón por la cual termina sacrificándose en vano en lugar de alzar el vuelo cuando, como dice nuestro refranero, ya “la masa no está pa’ bollo”.

En estos momentos, el desagrado que genera el mandamás ruso Vladimir Putin a un número importante de sus compatriotas ha aumentado de forma ostensible. Frente a su más reciente pretensión de movilizar 300.000 soldados para proseguir su ya convulsionada acción bélica contra Ucrania, la respuesta firme de un sector importante de la población ha sido manifestar su descontento. Frente a eso, el camino que ha tomado el troglodita de Rusia es reprimir a los compatricios que no comparten su postura en relación con la guerra contra Ucrania. Sin duda, es un error de su parte que puede terminar incendiando a su propia pradera, e incluso más allá.

Putin y sus contados aliados no debieran pasar por alto que, además de las condenas del mundo occidental, países de especial significación, como son Australia, Japón, Nueva Zelanda, Singapur y Taiwán, han adoptado posiciones de similar firmeza. Y lo anterior no es todo. Es importante tener presente que, a comienzos de marzo de este año, la Asamblea General de las Naciones Unidas votó de modo abrumador (141 votos contra 5, y 35 abstenciones) a favor de condenar a Rusia por la invasión a Ucrania. Lo más singular de ese hecho fue que hasta el gobierno chino, “aliado” de Putin, se abstuvo de brindar apoyo al líder ruso.

Ante ese panorama sombrío que ha estado viviendo el zar Vladimir como consecuencia de la absurda invasión que lleva a cabo, hay quienes no quieren darse por enterados. Ese es precisamente el caso del máximo líder de la “revolución bonita”, partidario indiscutido del cambio violento y profundo, aunque ello cause múltiples trastornos al pueblo venezolano. Al ahora conductor de Miraflores no se le ha ocurrido peor cosa que estrechar su hermandad revolucionaria con un espíritu celeste que está muy cerca de convertirse en Ángel caído.

Pareciera que no ha sido suficiente la manifestación de extrema soledad que experimentó recientemente el canciller revolucionario Carlos Farías, quien fue enviado a la Asamblea General de Naciones Unidas para hablar en representación de su jefe en Miraflores. Pena ajena produce saber el escaso número de personas que asistió a oírlo, lo cual hace manifiesto el escaso aprecio que en esa instancia se tiene por el sucesor de Hugo Chávez Frías.

Pero la soledad nunca deja de ser envolvente y de causar desasosiego. Ello se explica por los sueños y apreciaciones absurdas que genera. La singular circunstancia indujo a Nicolás a afirmar -a través de Farías- que la migración venezolana ha sido inducida por gobiernos colonialistas que han orquestado todo tipo de agresiones en contra de nuestro país. Según el hábil conductor, el propósito es  asfixiar la posibilidad de crear alternativas, puesto que, al imponer un relato falso, se acusa al gobierno de ser una dictadura y un estado fallido. La perla fue de tamaño mayor cuando Farías leyó lo siguiente: “Nada se dice de 60% de la migración venezolana que volvió, huyendo de los malos tratos y la persecución de la que son víctimas. También se oculta que Venezuela es el único país que tiene una política de repatriación”. Más belleza, patriotismo y ternura es imposible.

Lo que se esconde en ese descosido señalamiento es que, a estas alturas del juego, 6,5 millones de compatriotas han emigrado como consecuencia de las permanentes violaciones a los derechos humanos y la profunda crisis económica que nuestro país enfrenta. De ello da fé una instancia seria y bien documentada: la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados. Más seriedad y claridad es imposible.

De una u otra forma, siguiendo el ejemplo que Venezuela ha dado, miles de rusos ya han comenzado a huir de su país, dejando incluso atrás vivienda y familia. Otro número importante de ellos se ha lanzado a las calles a protestar sin tapujos de ningún tipo. Todos están conscientes de que combatir es ir directo al matadero, puesto que sólo son reservistas sin entrenamiento militar.

Pobre Putin. Nicolás Maduro le haría un gran favor si, bajo cuerda, lo convence para que recoja sus macundales y ponga los pies en polvorosa. Más importante aún, él debería también mirarse en el espejo del ruso.

@EddyReyesT

 

 

 

 


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!