No me canso de insistir en que 2018 fue un año trascendental para Colombia, pues se frenó el ascenso del comunismo en su versión del SSXXI, representando en Colombia por una pléyade de líderes totalitarios, disfrazados como siempre de mansas ovejas, Petro, Fajardo, las López, Robledo y Navarro, entre otros, son miembros de esa secta castrochavista que quieren implantar en Colombia la debacle del chavismo-madurismo, así ahora quieran tapar su incondicional apoyo a la tiranía venezolana. El triunfo de Duque significó la salvación del país de ese flagelo. Pero el país descuadernado que dejó Santos determinó que el gobierno tuviese que abocarse a poner la casa en orden, tarea titánica, dada la calamitosa situación en todos los órdenes en la que dejó el país el traidor a la patria JMS. Por ello 2019 se presenta con unos grandes retos para el Estado colombiano, que de resolverse se abriría el camino para un estado de seguridad y progreso, pero, de no ser así, se correría el grave peligro de la pérdida de la República. Veamos brevemente los principales retos.

  1. El narcoterrorismo y su impunidad. El acuerdo de entrega del país al narcoterrorismo acordado entre Santos y Timochenko representa el más grave peligro para la salud de la nación. Se dejó todo amarrado para asegurar la perpetuación de la dictadura del farcsantismo, con la consiguiente impunidad, elegibilidad y continuación del narcoterrorismo en sus actividades ilegales. La combinación de las formas de lucha, se realiza ahora con ventaja, pues las FARC tienen varios frentes: el legal, el narcotraficante, el armado, el de agitación subversiva urbana, todos amparados por el mencionado acuerdo.

Los colombianos votamos abrumadoramente por Duque por su promesa de modificar ese leonino acuerdo, si bien yo comparto la tesis de Fernando Londoño de que se debe abolir tan nefasto compromiso, por ser ilegal e ilegítimo, comprendo que la realidad política hace imposible lograr ese objetivo y que se debe tratar de modificarlo a través de medios legales. La vía más directa y simple es reformas de la legislación implantada para favorecer el narcoterrorismo en el Parlamento, pero eso es imposible pues este está cooptado por el narcoterrorismo. Procede, pues, buscar otras alternativas para lograr tan imperiosa meta, sostengo que convocar a un referéndum es la más aconsejable.

El país está a la espera de que Duque haga algo para modificar tan espantoso estado de cosas, continuar la implantación ciega de ese adefesio jurídico significaría la perpetuación de la dictadura del narcoterrorismo, y llevaría en última instancia a la instauración en el mediano plazo de un narco-Estado.

  1. La corrupción. Este es un problema estructural del país, el cual requiere de medidas radicales. No es con la postura populista de los líderes de la izquierda y su derrotada consulta con lo que se combate ese flagelo. Se requiere de medidas radicales, en primer lugar, una reforma intensa del Estado, deslastrándose de todas las empresas públicas; en segundo lugar, reduciendo al mínimo la tramitología, y, finalmente, acometiendo reformas de gran calado, como la política y la de la justicia, la cual, de nuevo, con el concurso de los interesados no se podrá lograr algo bueno, es menester, pues, también una convocatoria al soberano primario.
  2. La crisis fiscal. Santos dejó un déficit fiscal inaudito, el gobierno intentó una reforma tributaria estructural de gran calado, pero imposible políticamente. La ley del financiamiento no resuelve nada, persiste un déficit de 7 billones, en el 19 se podrá remendar el problema, pero para los años subsiguientes hay que lograr una solución estructural. Abandonar los complejos del populismo izquierdista y acoger la fórmula de la venta de los activos estatales es la fórmula mágica para la solución de tan grave problema.
  3. Seguridad urbana. La delincuencia está imparable, esto tiene una causa fundamental el mar de coca que gracias a las concesiones del traidor Santos al narcoterrorismo quintuplicó las hectáreas cultivadas de coca. De manera que la solución al problema de seguridad pasa por la eliminación de las gabelas de impunidad y perpetuación de los cultivos ilícitos en manos de las FARC.

En conclusión, 2019 es un año definitivo para rectificar el camino hacia el abismo en el que se encuentra Colombia, para ello se requiere de reformas radicales que están condicionadas por una actitud firme frente al narcoterrorismo, una vocación política para solicitarle al pueblo la aprobación de reformas estructurales radicales y un nuevo pensamiento estratégico, alejado del populismo izquierdista imperante. Confiamos en la sapiencia y voluntad de Duque para acometer esa loable labor.


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