Como suele suceder, la cuerda revienta por lo más delgado. Producto del enorme incremento de venezolanos que están emigrando a Estados Unidos y la imagen de descomunal caos que fue transmitida por los gobernadores republicanos que se vieron afectados, Joe Biden tomó la decisión de restringir las condiciones para ingresar a la patria de George Washington. Con su nueva política, sólo se permitirá la entrada a 24.000 venezolanos por año, cifra similar a la que se aplica a los ucranianos que huyen de su país como consecuencia de la agresión de Rusia.

Dadas las circunstancias en que se produce, la medida del gobierno estadounidense, aunque tenga un grado importante de justificación, nos entristece enormemente. En estos momentos, un alto número de compatriotas atraviesa la peligrosa selva del Darién con el propósito de dirigirse a México y pasar luego a territorio norteamericano. Sus planes, que se centran en procurar medios para vivir, se ven así trastocados.

Es fácil dirigir todas nuestras molestias hacia el presidente estadounidense; pero no podemos dejar de lado el importante papel que en estos nuevos acontecimientos tiene la dictadura de Nicolás Maduro: su gestión, al igual que la de su antecesor, se ha limitado a socavar la democracia y debilitar a sus opositores. Junto con ello, la economía del país se ha desordenado en grado extremo. Lo anterior explica que el sector industrial venezolano, tanto el privado como el público, experimente la peor contracción que se haya podido imaginar. Joao Guimaraes Rosa dibujó de cierta manera la situación cuando, en su obra magna, Gran Sertón: Veredas, escribió: “Una cosa es poner ideas concertadas, otra es lidiar con un país de personas, de carne y sangre, de mil y tantas miserias”.

Muchos venezolanos ignoran que, en los últimos meses, el volumen de compatriotas que dirigen sus pasos hacia México con el propósito de ingresar a Estados Unidos se ha incrementado de manera exponencial. Lo cierto es que Estados Unidos no está en condiciones de recibir a la avalancha de venezolanos que está dejando su país. Sólo en septiembre se concentraron en la frontera norte de México 33.000 venezolanos, un número que pone los pelos de punta si los multiplicamos por los 12 meses del año.

El hecho es que la gran responsable de tan desquiciante realidad es la vil “revolución bonita”. Ella acabó con la democracia en Venezuela, destruyó al sector industrial y sus fuentes de trabajo, corrompió a buena parte de las Fuerzas Armadas, impulsó la salida de los grandes capitales venezolanos e inversionistas extranjeros, arrasó con el sector agrícola y pecuario, llevó los salarios de los venezolanos a la nada, hizo de los hospitales públicos espacios para morir en absoluto abandono, hundió sin conmiseración alguna nuestra flamante industria petrolera y se asoció con gobiernos pervertidos y dictatoriales como los de Irán, Rusia y Cuba, por mencionar sólo algunos de ellos. Con eso sólo ha conseguido iniquidad, pobreza e incremento del tufo acre de todo absolutismo.

Si nos atenemos a los estudios sociológicos de Norbert Elias, autor de El proceso de la civilización, el siglo XX abrió las puertas a los procesos “descivilizatorios”. A partir de entonces se le dio entrada a los genocidios, la relajación de los controles y el avance de la sociedad permisiva. Es por ello que el Holocausto es considerado un regreso a la barbarie.

Lo más indignante de nuestra realidad es la manera como el gobierno se burla de nosotros. Con ocasión de la celebración del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, el conductor de Miraflores se comprometió a eliminar por completo ese mal en Venezuela. En otras palabras, lograr lo que Hugo Chávez Frías ni él han podido alcanzar en veintidós años de pésima gestión revolucionaria. Hay que tener testículos de rinoceronte para asumir un compromiso para nada creíble como ese.

Quienes apoyaron con sus votos al militar golpista, y más adelante al actual conductor de Miraflores, tomaron una pésima decisión; ahora todos cargamos con la cruz a cuestas. Nos queda por tanto actuar más unidos que nunca y persistir en la lucha para retomar el rumbo democrático, esto es: el predominio del pueblo en el gobierno político del Estado venezolano.

@EddyReyesT

 


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