Ante la ausencia de empleo y de oportunidades de crecer y ante la ausencia de ofertas académicas que sean innovadoras y competitivas, tanto desde el sector académico público como privado, surgen las startups. La gente joven no busca trabajo, porque no hay, ni encuentra en las universidades las respuestas a sus preguntas. Entonces se aventuran a innovar y a crear.

Por ello surgen las startups. Se convino en que la definición comercial de startup es “una compañía privada que empieza a comercializar productos o servicios a través del uso de tecnologías de la información y la comunicación, con un modelo de negocios sencillo, sin costos altos y efectivamente con posibilidad de tomar cupos de escala”.

Son compañías que, con la inversión adecuada, muy poco después de ser lanzadas al mercado están operando con herramientas como big datamachine learning o inteligencia artificial en alguno de sus productos, procesos o servicios.

En 2018, estas nuevas compañías o startups en el hemisferio lograron ser objeto de inversión de más de 2.000 millones de dólares para que dichas compañías generen innovacion y nuevas ofertas al mercado (Encuesta Inaugural de Startups en América Latina, elaborada por Facebook y la Asociación de Inversión de Capital Privado en América Latina, Lavca).

Para que existan startups es necesario que la gente invierta. Que los bancos inviertan. Que los grupos empresariales inviertan. Y para saber cuál podría ser “la mejor idea” de startup hay lo que se denomina “aceleradoras” de startups, que pueden ser grupos privados –o excepcionalmente públicos– que invierten financiando ideas de las startups y suministrando dinero hasta que la startup tome autonomía financiero-contable y pueda navegar sóla en el inmenso mar comercial. 

Estas “aceleradoras”, por proporcionar capital fresco a la nueva operación, reciben en retorno un porcentaje de participación de la nueva compañía. Esta acelaración incluye: capital de operaciones, algun espacio fisico de oficina para la startup, asesoría en la gestión de organización y gestión de la nueva compañía. Los tiempos de aceleración pueden variar: de 3 a 9 meses sería razonable para empezar a dejar que la compañía llegue a ese punto denominado break-event en el que la compañía ya “vuela sóla” contablemente hablando, pagando sus cuentas producto de los servicios que vende.

Como siempre llevando la vanguardia: Brasil y Chile son los dos países de América Latina cuyas aceleradoras más invierten – tanto en la cantidad de startupsbeneficiadas como en el valor total (Latam Accelerator Report) 

En los coloquios y eventos en los que participo y en donde conozco a emprendedores de compañías sobre eficiencia energética, sobre energía renovable, sobre vehículos eléctricos y sobre smartcitiesy domótica me preguntan siempre cuál el rol del Estado.

Respondo siempre con cuidado: el rol del Estado en América Latina para las startups podría reducirse en: 1) cero impuestos por cinco o diez años a toda iniciativa empresarial del segmento startup digital, tecnológico, 2) cero patentes o tributos regionales o municipales para empresas que empiezan a surgir con esas características y 3) trámite de un solo paso a la constitución de empresas, que hoy es tan engorroso y lleno de vicisitudes por las múltiples ventanillas y costos estatales que pagar. 

No veo, infortunadamente y de momento –por las malas experiencias de estados socialistas estatistas en la región–, no veo una participación proactiva y positiva del Estado como “acelerador”, bastaría que con normas como las citadas no molesten ni intervengan y así habrían ayudado enormemente a que el ecosistema startupse reproduzca. Con esas 3 simples acciones. 

Particularmente creo que el Estado, en estas condiciones actuales, no puede financiar ni puede asesorar en gestión dado sus altos niveles de corrupción, mala gestión y politización de procesos que son conocidos por todos. Cuando el Estado se modernice y se achice, se desburocratice y se tecnologice con servicio civil, allí podré creer en un Estado que acelere creación de empresas. Insisto en que la mejor “aceleración” que puede hacer el Estado es el de no-perjudicar y disponer normas accesibles y no complejas para los inversionistas.

Me quedo con este pensamiento: América Latina es una tierra de grandes oportunidades para inversiones en startups. El gran atractivo es su poblacion joven y cada vez más conectada a Internet. 


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