La peor de las sanciones nos llegó hace dieciocho años, cuando desde suelo extranjero el imperio castrista nos impuso un modelo de fracaso y destrucción que hoy muestra sus frutos en cada rincón del país. Lo que no pudieron hacer con las armas cuando en 1967 intentaron invadir el país por Machurucuto y fueron derrotados por el otrora glorioso Ejército venezolano, lo lograron gracias al verbo de un hombre que prometía cambio y futuro.

El tiempo se encargaría de demostrar que todo se trataba de una estrategia de camuflaje que le permitiría ganarse el apoyo de amplios sectores desfavorecidos del país, sino también los favores de importantes factores de poder económico y mediático. Así fue que, como parte de una venganza planificada con saña desde el exterior, se apostó al deterioro progresivo de un país que aun en sus peores crisis fue siempre modelo de institucionalidad y respeto a la democracia.

Venezuela fue durante décadas el contraste al modelo autoritario castrista. La alternancia funcionaba y había un sistema de partidos fuertes que, más allá de las desviaciones posteriores, se oponían al modelo de partido único y líder eterno cubano. La inmigración que durante años tocó nuestras puertas confirma la imagen de progreso y oportunidades que representaba Venezuela para los nacionales y extranjeros. Lamentablemente nosotros no nos dimos cuenta hasta que lo perdimos.

Todo esto pasaba mientras a unas millas náuticas balseros huían de una isla secuestrada por el fracaso, la represión y la desesperanza, muchos de estos soñadores llegaron también a Venezuela buscando la ansiada libertad. Los Castro jamás nos perdonarían que existiera no solo ese punto de comparación frente a su proyecto, sino que sus intenciones de intervención hubiesen sido aplastadas.

Así nació su plan macabro, ejecutado –deshonrosamente para nuestro gentilicio– por venezolanos de nacimiento pero cubanos por convicción que cedieron todos los ámbitos de la sociedad al control extranjero para que se adueñaran de nuestras riquezas, al tiempo que repartían pobreza disfrazada de inclusión e igualdad. Así comenzaron dominando al débil, hasta el punto de querer dominarnos a todos.

Millones hemos resistido y seguimos resistiendo frente a la bota invasora, el pueblo vive hoy los momentos más difíciles de la ocupación: hambre, violencia y exterminio. Pero seguro estamos que volveremos a ser libres.

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@Brianfincheltub


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