«Que Javier Marías haya muerto sin el Nobel le quita mucha categoría al premio». Arturo Pérez Reverte en su cuenta en Twitter al fallecer su amigo.

 

El año pasado escribí sobre los pocos espacios que la Academia de Ciencias Políticas y Sociales le ofrece a la mujer. En su momento señalé que en fotografía nos vemos muy bien. Nuestras aulas muestran incluso más estudiantes mujeres que hombres. En ocasiones hay más profesoras que profesores. Pero esto no ocurre en todos los espacios y la Academia es un claro ejemplo de ello.

Siento que tengo una deuda en relación con este tema. Capaz lo evadí porque en el foro liberal son contados los casos que ponen de relieve este tema (por ejemplo, el notable trabajo de María Blanco, economista española) dado que se piensa que podríamos estar peligrosamente cerca de pedir «cuotas de género». Pero no, creo más bien que poner la lupa en los lugares en donde, lamentablemente, no se ha reconocido la labor constante y tenaz de notables académicas no nos hace partícipes del feminismo radical de estos tiempos.

Entonces, sí tengo una deuda con este tema que espero comenzar a saldar con varias entregas bajo el título «Las mujeres en la Academia. Una mirada más allá de la ‘foto bonita» y que serán dedicadas a dar a conocer al público en general el nombre de aquellas abogadas investigadoras que por méritos se han ganado el respeto del foro y merecerían un lugar en la Academia.

El orden es indistinto, pero segura estoy de que sería unánime la opinión de que la primera entrega se la dedique a María Candelaria Domínguez Guillén (1970-2021).

Su currículo es extenso. Abogada (1994), especialista en Derecho Procesal (2001) y Doctora en Ciencias mención Derecho (2007), títulos obtenidos en la Universidad Central de Venezuela, donde también se desempeñó como investigadora-docente en el Instituto de Derecho Privado desde 1995 y alcanzando el máximo escalafón de profesora titular.

Como docente, dictó los cursos de Derecho Civil I Personas, Derecho Civil III Obligaciones, Derecho Civil IV Familia y Sucesiones; los seminarios: «Las causas que afectan la capacidad de obrar» y «Los atributos y derechos de la persona humana ante los avances de la técnica» (conjuntamente con Dilia Ribeiro); y en la Especialización Derecho Procesal: «Los procedimientos de incapacitación y de ausencia»; «Procesos de divorcio y concubinato»; «Procedimientos sucesorios» y «Procedimientos relativos al Estado civil».

Entre su obra escrita tenemos La indexación: su incidencia a nivel de los tribunales laborales de instancia (1996), Ensayos sobre capacidad y otros temas de Derecho Civil (2001), Inicio y extinción de la personalidad jurídica del ser humano (nacimiento y muerte) (2007), Diccionario de Derecho Civil (2009), Manual de Derecho Sucesorio (2010), Manual de Derecho Civil I Personas (2011), La convivencia familiar (antiguo derecho de visitas) (2012), Curso de Derecho Civil III Obligaciones (2017), Derecho Civil constitucional (la constitucionalización del Derecho Civil) (2018), Instituciones fundamentales de Derecho Civil (2019) y Curso de Bienes y Derechos Reales (2022).

No tuve contacto directo con María Candelaria, por lo que estas líneas son objetivas y una muestra de admiración genuina a una importante labor dentro del foro jurídico. El resultado de este enorme y constante trabajo a través de los años es que se erigió como una voz fuerte y clara dentro del Derecho Privado, del que siempre destaco que es el Derecho de las libertades, potencialidades y capacidades.

¿Por qué destaco una figura como la de María Candelaria Domínguez Guillén, del foro jurídico, en una columna de opinión?, porque a nuestra generación le tocó vivir sus años más productivos de vida en la barbarie, caracterizados por la sobrevivencia en la que se han perdido muchas cosas, entre ellas, la meritocracia.

No seré categórica respecto de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales como lo ha sido Pérez Reverte respecto del Premio Nobel. La Academia está aún a tiempo de revertir la tendencia que ha mantenido hasta ahora. Candidatas sobran y me propongo darles mayor exposición en próximas entregas.

Ya todas tienen un legado con su obra escrita y con las generaciones formadas y en formación, pero creo que nunca está de más recordar su labor, especialmente en los tiempos que nos tocó vivir como venezolanas.

 

 

 


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