Todos los años deberíamos comenzar de cero con la experiencia de no comenzar de cero. Es decir, con toda esa pasión y coraje que significa todo comienzo. Sin la frustración de los fracasos que nos hacen pensar que es imposible lograr lo que nos proponemos. Pero con la experiencia que nos permite no cometer los errores del pasado o reducir sus ocurrencias. Abandonar toda angustia por viejas caídas y el permanente pensar que perdemos nuestro tiempo porque no es lo nuestro o porque no tenemos las capacidades. Y también comenzar de cero es no pensar en que ya estamos viejos para volverlo a intentar. Recuerden a tantos que lograron lo que se proponían después de un largo camino, y sin duda no olviden a Constantino Cavafis (1863-1933) en su famoso poema “Ítaca”.

“Las metas del año nuevo” fue mi artículo del 27 de diciembre de 2017 en el cual identifico mis propósitos para 2018, allí dedico un párrafo a la costumbre de soñar con mejorar en el nuevo año que comienza y cuándo empecé a vivirlo. Después señalo 3 grupos de objetivos que todos deberíamos plantearnos: la mejora del carácter (junto a cuestiones relativas a la vocación artística y/o “profesional”), la ayuda y mayor cercanía y cariño con los familiares y amigos, y lo relativo a la prosperidad de la comunidad nacional. Al revisarlo no he cambiado mucho en las metas para  2019 salvo algunos pequeños detalles, y al ver los resultados: lo que llamo “las estadísticas del año”, no he salido tan mal. He incrementado mis lecturas y el número de palabras diarias escritas. Bajé el número de películas vistas pero estaba viendo muchas. Lo más importante ha sido sobrevivir a uno de los años más difíciles, pero en ello debo agradecer a Dios, a mi familia: por su paciencia y apoyo, y a generosos amigos. Quiero que sepan que no los olvidaré jamás, esperando algún día poder saldar deudas aunque ustedes digan que no son tales.

En la meta relativa al carácter sigo con la lucha de siempre: más caridad, disciplina y autocontrol; muy especialmente ante la gran tragedia que padecemos los venezolanos: la dictadura de la oligarquía chavista. Hacer realidad lo que defendí en mi artículo de hace una semana, el cual trata de la vida sencilla. En lo que respecta a mi familia, repito igual: tener tiempo para ella: conversar, abrazar, compartir, ayudar, ser pacientes, etc. Ellos son lo primero y por eso debo luchar por más fortaleza y laboriosidad de mi parte. En lo que respecta a la gran familia venezolana, repito: en nuestras manos están los destinos de la nación y debemos rescatarla del mal que hoy padece. Para ello no podemos encerrarnos en nuestro mundo (salvo algunos pocos momentos para relajarnos) y por esto hay que participar en todo aquello que permita la reconstrucción de la democracia, en lo que facilite el sobrellevar el hambre y tanta carencia. Siempre se puede ayudar aunque incluso nosotros seamos pobres. Abandonemos toda actitud de desconfianza permanente, de antipolítica, de desesperanza. Si esas ideas pasan por nuestra mente, mejor hacer silencio. Y presionemos para que los que aman la libertad se unan en un gran movimiento de reconstrucción nacional, para ello hay que animar a todas las organizaciones a realizar una gran elección de nuestros líderes y no descansar hasta lograr la transición.

En lo que respecta a nuestro trabajo (entiendo este como una vocación), debemos todos los días perfeccionarnos en dicha tarea, para ello la formación debe estar presente. Por ser profesor, todos los años me propongo seguir leyendo, escribiendo, investigando. Esta vez cambié la meta que mantengo desde hace tres años: leer dos libros a la vez: uno de historia (área de estudio en el que me desempeño) y ficción (clásicos de la literatura), y alternar historia de Venezuela con la universal, y en la ficción la literatura venezolana y la extranjera. Ahora me he propuesto leer los cuatro sin alternarlos, si algo alternaría sería la lectura de un clásico con una obra de los últimos años. De igual forma, seguiré con la lectura de mis maestros con los temas y autores que desarrollo en mis investigaciones. Volveré con los relativos a la escritura: Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y George Orwell; y en la producción historiográfica: Marc Bloch, Jacques Le Goff, John Keegan y C. Parra Pérez, Germán Carrera Damas, Elías Pino Iturrieta, Manuel Caballero, Diego Bautista Urbaneja, entre otros. En la escritura debo insistir con las 1.000 palabras diarias, que fue lo que me propuse este año pero solo llegué a las 700 ¡2019 debe ser el año de las 1.000 a pesar de los obstáculos! ¡Y más artículos científicos! Sin nunca abandonar los de opinión, en especial la presente columna que aparece en el gran baluarte de la prensa libre venezolana: El Nacional, al cual le agradezco la confianza que me han tenido, muy especialmente a la prestigiosa comunicadora Patricia Molina por su paciencia con mis entregas y a mi maestro Elías Pino Iturrieta.

En el inicio de 2019 no podemos olvidar a todos los que sufren cárcel por anhelar que Venezuela sea una próspera democracia, a los enfermos en peligro de muerte por tanta ineficiencia que ya es maldad premeditada y a los que en general necesiten de nuestro apoyo. Comencemos con ánimo a pesar de las grandes dificultades que hemos vivido, vivimos y se nos vienen encima. Ser buenos, nuestra familia, una sociedad y un Estado libre, bien valen el esfuerzo. ¡No nos rindamos jamás! ¡Feliz año!


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