La comunidad internacional ha demorado en atender la grave crisis humanitaria que vive el pueblo venezolano. Sin embargo, tenemos el buen aliciente de que la ONU, la OEA y la Unión Europea se han expresado fijando posiciones en las que reconocen la urgencia de la situación de nuestro país. Se ha llegado a concientizar a la comunidad internacional, y Venezuela posee hoy un respaldo que no llegó a tener Cuba.

Anteriormente la comunidad internacional solo se limitaba a observar los acontecimientos utilizando el pretexto de que no podían soslayar la soberanía de un país por aquello de la autodeterminación. Ahora se entiende con bastante claridad que la soberanía de una nación no puede estar por encima del principio de los derechos humanitarios.

Es de suponer que para poder llevar adelante el proceso de protección de un país con un pueblo sometido, para llevarles alimentos y medicinas a sus habitantes, y donde hay tanta anarquía e impunidad, tiene que haber un acompañamiento de fuerzas especializadas y preparadas para garantizar que ese esquema de ayuda, incluido en un proceso como el que se denomina injerencia humanitaria, se pueda ejecutar.

En ese programa de ayuda al pueblo, el gobierno del presidente Donald Trump tiene un papel muy importante qué jugar. Es de destacar que la intervención humanitaria no puede estar a cargo de un solo país, sino que debe participar una comunidad de naciones. El mandatario norteamericano ha dicho que “Venezuela es un desastre y hay que limpiarlo”. Mientras, la ONU, la OEA y otros organismos han denunciado la crisis social y económica que vive Venezuela. Y es que las cifras no mienten.

En Venezuela hay gente muriendo por hambre y enfermedades. Los pacientes no reciben atención, y casi el 100% de la población vive en condiciones de pobreza. La escasez y el alto costo de los pocos productos que se encuentran tienen agobiados a los habitantes del país con la mayor inflación del mundo, mientras que se cuentan por millones las personas que huyen despavoridas por este terrorífico drama, cifra que llega a niveles históricos.

El cuadro imperante es paradójico, toda vez que, siendo Venezuela un país rico en minerales y petróleo, los dineros provenientes de esa riqueza están siendo robados por grupos muy privilegiados amparados por el régimen de Nicolás Maduro que los envía al exterior. Ese dinero lo tenemos que rescatar para que regrese a Venezuela y sea parte del presupuesto con el que será financiada la reconstrucción del país.


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