Colombia y EE UU
El presidente de Colombia Gustavo Petro (izq.) le da la mano al secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken (der.), luego de una rueda de prensa hoy en la Casa de Nariño en Bogotá. Foto: EFE/ Mauricio Dueñas Castañeda

En agosto de 2010, el saliente Uribe encargó al entrante Santos que cuidara su herencia, tres huevitos que definió claramente: la confianza inversionista, los avances sociales y la seguridad. Desde mayo de ese año electoral, el candidato del Polo Democrático Alternativo, Gustavo Petro, obtuvo el noveno lugar con más de 1.300.000 votos, un poco más de 9% del balotaje total. Durante su permanencia de 8 años en el congreso, había hecho oposición durante los dos periodos de Álvaro Uribe, y terminó por promover el voto en blanco en la justa electoral de aquel entonces.

Algo debió haber asimilado ese aprendiz de brujo pues 12 años después, siendo ya presidente, reunido con sus equipo ministerial y administrativo en la hacienda Hatogrande, enfatizó que tres son los pilares de su gobierno: justicia social (avance social de Uribe) justicia ambiental (seguridad de Uribe) y justicia económica (confianza inversionista). Lo anterior son solo elementos básicos de una triada que busca lograr el cambio dentro de una Paz Total, según el presidente actual. Paz Total que se intuye llena de nubarrones.

Y como si el remedo estructural a la política tradicional fuera poco, ahora la esposa del exguerrillero, Verónica Alcocer, ha viajado como embajadora especial, emulando a las ex primeras damas que representaron “los altos intereses de la patria” María Juliana de Duque (14 veces), María Clemencia de Santos (9 veces) y Lina María de Uribe (5 veces). De nuevo, la tríada mágica de la política criolla aparece en escena. En el entretanto, las masacres continúan, persiste el silencio sobre la producción mundial de alucinógenos, y más de 22 bandas criminales buscan su acceso a las propuestos para su inserción en un nuevo proyecto de ley que facilita ese procedimiento, tal y como lo hicieron los presidentes anteriores en su momento.

Al mejor estilo del político latinoamericano tradicional, Petro plantea horizontes revolucionarios prudentes, y con su propuesta de Paz Total, corre el riesgo de quemarse en su intentona de dejarle 10% de sus propiedades a los narcotraficantes, que incluyen al eln y las farc, condenarlos a solamente a10 años de prisión efectiva y enviarlos a cárceles comunitarias, algo opuesto a la propuesta del presidente Bukele, de El Salvador.

El aire de cambio aún no se percibe en el ambiente, como no sea la depreciación del peso, la mas critica del continente y la desaceleración de la dinámica económica. El plan de gobierno, más allá de la dialéctica de las tres justicias, busca un cambio fundamentado en un bloque de integración económica y política, tipo Unasur, difícilmente excluyendo a Estados Unido, el replanteamiento de la guerra contra las drogas, causante de toda la violencia estructural de Latinoamérica y la defensa del Amazonas a través del Tratado de Escazú o un Tratado de cooperación amazónica, propuesta que Blinken alabó.

Con un llamamiento a la democracia participativa, el actual presidente y sus áulicos han amenazado con una marcha popular, para contrarrestar las recientes multitudinarias protestas, algo que nos llama la atención porque si esa convocatoria se convierte en realidad, será de las masas populares del senador Bolívar, quejosas debido a la escasez y carestía a las que este gobierno está convocando para integrar un país de por sí pobre, aunque con muestras claras de recuperación en la pospandemia, que esta gobernanza está ralentizando. Nos estamos emparejando con nuestro vecino Venezuela.

ADENDO: No es claro que Colombia haya jugado un papel evidente en el intercambio de detenidos entre Caracas y Washington, como le propuso el canciller al dictador nicaragüense en su momento, y dudo que pueda jugarlo en un futuro inmediato. Venezuela, sí puede, con la asesoría estratégica cubana, ayudar a que el eln deje de disparar.

 


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