el voto venezolano
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La elección presidencial, prevista a celebrarse a finales del año 2024 si no se produce alguna modificación arbitraria del calendario de parte del oficialismo como ocurrió en 2018, se escenificará en un contexto político y social que registra modificaciones y desarrollos sensibles en relación a la anterior.

En el plano internacional están dos hechos relevantes con consecuencias para el país, la invasión rusa a Ucrania seguida de la respuesta conocida y en progreso de las democracias del mundo que ha catalizado la confrontación entre las democracias y los regímenes autoritarios de diverso signo con las consecuencias inevitables. El gobierno venezolano (como era de esperar) se ha alineado con los autoritarismos contrariando los intereses nacionales. El otro asunto relevante es la nueva marea roja en América Latina que ha colocado a las izquierdas en los gobiernos de algunos de los principales países del subcontinente, tendencia que  se reforzará si Lula es elegido en Brasil. Escenario que ha supuesto en la mayoría de los casos una ganancia neta para el chavismo; en particular, por su importancia e influencia en Venezuela es lo ocurrido en Colombia. El reciente informe de la misión especial de observación de la ONU sobre Venezuela es un varapalo considerable para el régimen chavista.

En el contexto nacional la situación está marcada por ciertas certezas: el régimen tiene control de la situación y su gobernabilidad no está amenazada a pesar de ciertos brotes de protesta localizados; la situación socioeconómica de la mayoría social se ha agravado, de hecho, la emergencia humanitaria lejos de remitir se profundiza; el amplio rechazo al gobierno se mantiene, sin embargo, es dominante la sensación de desesperanza en relación a la posibilidad de un cambio político lo cual se traduce en una despolitización de la sociedad con  desconfianza en la política y los políticos, hacia el régimen por su nefasta gestión, a la oposición por su incapacidad para lograr el cambio así como por sus errores no inducidos. Por otro lado, no hay señales ni acciones de apertura política: el oficialismo mantiene congelado el diálogo, continúa violando los derechos humanos y  el hostigamiento a dirigentes y militantes democráticos, activistas sociales, medios de comunicación independientes, oenegés defensoras de los derechos humanos. La disposición de las fuerzas democráticas más relevantes de participar en las venideras elecciones presidenciales con una candidatura unitaria es un cambio de calidad de posibles consecuencias de envergadura para el statu quo imperante.

El objetivo central del régimen es conservar el poder, por tanto debe  ganar los comicios como sea.

Para lograr ese propósito necesita de una estrategia que le facilite con su 30% más o menos de apoyo ganar las elecciones. Esa estrategia iría dirigida a posibilitar que se produzca la concurrencia de una alta abstención ciudadana con una dispersión notable de candidaturas no chavistas sobre la base de que ninguna tenga el atractivo suficiente para concentrar la voluntad mayoritaria de cambio.

Lograr lo primero pasa por hacer todas aquellas cosas que desestimulen la participación ciudadana en las elecciones: no hacer concesiones de ningún tipo que eleven la calidad y competitividad democrática del proceso, acudir a la intimidación y la violencia hacia los sectores democráticos, reforzar el discurso de que  si pierden no reconocerán ni entregarán el poder,  inhabilitar candidatos, profundizar el monopolio comunicacional (cosa que viene haciendo mediante el hostigamiento a medios de comunicación independientes concretado en los últimos tiempos en el cierre  mediante diversos expedientes de emisoras de radio en el interior del país sin que por cierto los gremios empresariales del sector ni Fedecámaras hayan protestado tales atropellos), evitar la presencia en el proceso electoral de misiones de observación electoral provenientes de organizaciones multilaterales estatales y no gubernamentales, reforzar los mecanismos existentes de control social.

En cuanto a lo segundo, el régimen va a estimular la aparición de la mayor cantidad de candidaturas no chavistas diferentes a la electa en las primarias convocadas por la plataforma unitaria para tratar de dispersar el voto de la oposición financiándolas, dándoles facilidades para su inscripción y su campaña proporcionándoles tribuna en los medios de comunicación que controla, organizando campañas para confundir el voto opositor, en fin todo aquello que pueda impedir la repetición de lo ocurrido  en las elecciones barinesas de enero de 2022.

Es conveniente recordar a los interesados en el tema aquello de que “en guerra avisada no matan soldados”

 

 


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