Luchar es la opción irrenunciable para los venezolanos. No hay nada que pensar ni mucho menos perdernos en la duda. Todos podemos encontrar en nuestra historia indicios que nos ayudarán a entender que nada de lo que hemos logrado como pueblo y como nación nos cayó del cielo como un maná providencial. En esos capítulos que nos cuentan cómo fue la etapa del descubrimiento, veremos que nuestro tránsito para llegar a ser, en 1777, apenas una simple Capitanía General, mientras otros enclaves como Perú, Argentina, México y Colombia, coronaban como virreinatos, fue tortuosa. Pero esas categorías no acomplejaron ni amilanaron a nuestros próceres que se impusieron como los libertadores de buena parte del continente americano.

En la situación en la que nos encontramos hoy día, para mí, una de las circunstancias más lamentables de la conducción opositora pudiera dar lugar a concluir, resignadamente, que todo lo hecho hasta esta fecha fue un esfuerzo perdido. Sin embargo, pienso, contrariamente a esas poses pesimistas, que toda crisis es una gran oportunidad para retomar la lucha con renovados bríos. Desde luego que se hará indispensable un ejercicio de autocrítica, sin caer en una jauría que termine de desguazar más de lo que está “la plataforma unitaria”. Pero se hace necesaria una revisión, y si no somos capaces de admitir los errores y, sobre todo, tener la determinación de corregirlos sobre la marcha, pues seguiremos padeciendo los rigores de las equivocaciones que marcarán la pauta de cada paso que se intente dar en pos de la libertad de Venezuela.

No es tan cierta esa conseja según la cual “Venezuela desapareció del radar de la comunidad internacional”. El caso que representa la tragedia de nuestro país sigue dando de qué hablar en todo el mundo. La ONU acaba de prorrogar por dos años más la Comisión de Determinación de los Hechos que investiga los desmanes de la dictadura de Maduro, eso ayudará a reforzar la investigación que cursa en la Corte Penal Internacional. Otro hecho significativo es que la emboscada que le tendieron a nuestro embajador en la OEA, Gustavo Tarre Briceño, fue superada satisfactoriamente. También vale la pena destacar que la propia Casa Blanca le ha dicho a Maduro que “si no hay señales claras que indiquen que facilitarán salidas para pasar la página de su sangrienta tiranía no se ablandarán las sanciones”.

Mantengo mi criterio de que esa mafia gubernamental no será “pan comido” en una justa electoral, sencillamente porque semejante corporación criminal no relajará las normas que den lugar a que el voto de los ciudadanos se cuente, se pese y sirva para decidir, en cuanto valen, en una verdadera democracia. No obstante no entraré en el terreno de las descalificaciones de los que se han atrevido a incursionar en ese terreno con vistas a unas primarias, sabiendo que entre ellos hay gente seria que merecen mis respetos. Lo que sí propongo es trabajar para contar con una dirección creíble que logre recuperar la confianza de la ciudadanía que no cesa en su lucha en las calles del país y canalizar a los casi 7 millones que estamos regados por el mundo como la resistencia que aspira a consolidar un liderazgo que apunte a la liberación de la patria.

@alcaldeledezma

 


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