Es obvio que el discurso de Nicolás Maduro siempre en todo evento electoral busca una abstención inducida y divisiones de sus adversarios políticos electorales. La abstención y la división son dos temas electorales que gravitan en su intencionalidad concreta en la desmotivación, situación que se articula en la estrategia de no votar o dispersar el voto. Las motivaciones de la abstención son poco claras. Sin embargo, pueden ocultar una diversidad de razones.  La abstención se enmarca dentro del fenómeno más amplio de la apatía participativa. Mientras la división se construye en sus complejidades y sus contradicciones sobre la base de fragmentar a los oponentes para vencerlos.

La abstención es una de las más serias amenazas que debe evitar el actual sistema político venezolano si quiere continuar teniendo una aptitud democrática a lo interno y ante el mundo. No se pueden tomar decisiones de trascendencia, entre ellas en lo político, económico y social, con menos de la mitad de la población. Aquí se articula una frase de John F. Kennedy: “Se puede ganar con la mitad, pero no se puede gobernar con la mitad en contra”.

Las estrategias del oficialismo apuntan a campañas de descréditos de supuestos planes desestabilizadores y conspirativos por parte de los principales líderes de la oposición, apuntalados con países aliados con el objetivo de derrocar a Maduro del poder. Sin dejar a un lado las futuras inhabilitaciones de algunos aspirantes. Muchos expertos electorales aseguran que en batalla electoral todo vale, lo que está en juego es la joya de la corona: Miraflores.

No obstante, la estrategia de la oposición se traza hacia una dimensión que se dibuja en lo pacífico, electoral, democrática y constitucional. Para la mayoría de los partidos opositores la salida de Maduro siempre será electoral. Según datos cuantitativos están dadas todas las condiciones socio históricas para continuar el ejemplo que el estado Barinas dio en la elección de gobernador en el año 2021.

Para la consultora Hercon Consultores, el contexto presidencial 2023 o 2024, el desafío estará en que la mayoría de la gente se motive a votar en avalancha, esta decisión dependerá de las estrategias y tácticas psico emotiva aplique el comando nacional de la oposición y el segundo escenario, sería el deseado por Maduro y su Polo Patriótico, se imponga el constructo desmotivador, conectaría con la alta abstención, divisiones, entendiendo que las fisuras y los ataques dentro de la oposición son también excusas válidas para no ir a votar en las elecciones presidenciales.

En síntesis, Maduro y Cabello, máximos líderes de la revolución chavista, en días pasados asomaron en sus narrativas el posible adelanto de los comicios presidenciales, se pueden considerar avisos como en el año 2018. Además, podemos recrearnos por ahora que la variable abstención se puede vincular estrechamente con las diversas estrategias que se mueven sobre las divisiones. Es indiscutible, que el ventajismo estará presente por parte del gobierno, mientras la campaña electoral de la oposición, si quiere ser exitosa, debe definir una estrategia que contribuya a reducir los índices de abstención, divisiones y comenzar a construir la unidad y su blindaje.

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