El período que va de 1998 (año de inicio del mandato de Hugo Chávez) a 2018 (fecha supuesta de finalización del de Nicolás Maduro) será juzgado por las generaciones futuras como el más desafortunado de nuestra historia. ¿Por qué? Porque, exceptuando la guerra de Independencia, en ese espacio de tiempo se produce un deterioro generalizado, que abarca todos los aspectos de la vida nacional: la economía, la política, la legalidad, la institucionalidad, la nutrición, la salud, la seguridad, los servicios públicos, etc. Es tal el descalabro producido que, por primera vez en nuestra historia, se produce un éxodo masivo de población.

El chavismo nació de la democracia que se estableció en Venezuela el 23 de enero de 1958. Se presentó, cuarenta años después, como un proyecto político renovador de la misma, de vocación bolivariana, que prometía superar los vicios del pasado: la corrupción, el rentismo petrolero, el clientelismo político, la ineficiencia administrativa, la inseguridad y la represión. Era una “revolución bonita”. Pero a muy corto plazo el chavismo olvidó sus promesas, se declaró socialista y derivó hacia el castro-comunismo cubano. Comenzó a llamarse “socialismo del siglo XXI” para diferenciarse de los “socialismos reales” del siglo XX, de índole marxista-leninista, que fracasaron y se derrumbaron por su propio peso en Rusia, China y Europa Oriental.

Los frutos de ese cambio de ruta, de la democracia al totalitarismo, fueron desastrosos: se arruinó el aparato productivo nacional, aumentó enormemente la corrupción, se eliminó la autonomía de los poderes públicos, se abolió la alternancia de los funcionarios electos en los cargos, se incrementó la pobreza, se sembró odio y división entre los venezolanos, se multiplicó la criminalidad como resultado de una impunidad casi total, se rompió el hilo constitucional, se acentuó la represión y se entregó el país a una casta militar que opera sin controles, con franquicia para delinquir.

Cuando Chávez llegó al poder en 1998 no había subversión en Venezuela ni crisis económica insalvable ni ruptura del sistema democrático ni divisiones sociales profundas. Existía un malestar causado por la caída de los precios petroleros en la década de los ochenta, situación que cambió rápidamente con el extraordinario aumento de los precios en la primera década del nuevo siglo. Esa inmensa riqueza, caída del cielo, permitió el desbarajuste chavista y consiguientemente la desgracia que estamos viviendo. Chávez gobernó en medio de condiciones inmejorables, irrepetibles quizás, con una colosal renta petrolera, apoyo popular mayoritario, liderazgo carismático, reconocimiento internacional y una Constitución hecha a su medida. De haber hecho un buen gobierno, Venezuela habría superado el subdesarrollo o iniciado un proceso firme en esa dirección.

Ocurrida su muerte en 2013, y reducidos los precios del petróleo a menos de la mitad del promedio anterior, el esfuerzo principal de su sucesor Maduro ha sido mantenerse en el poder a toda costa, mediante una lucha desesperada al margen de toda ley y toda ética, orientada a contener a la oposición por todos los medios, mantener el culto a Chávez y nutrir el apetito insaciable de poder y riqueza de la cúpula militar-civil que lo acompaña. De ese esfuerzo sostenido y costoso ningún provecho ha obtenido el pueblo venezolano, cuya situación va de mal en peor.

Si repasamos los procesos políticos del pasado que han sido enjuiciados en forma adversa por la historiografía nacional, como el paecismo, el monaguismo, el guzmancismo, el gomecismo y el perezjimenismo y los equiparamos con el chavismo-madurismo de nuestros días, considerando las épocas, las condiciones socio-económicas y los resultados de cada uno de ellos, comprobamos con asombro que el chavismo ha sido, de todos, el peor, por sus demoledores efectos sobre el cuerpo y el alma de la nación. ¿Habrán recapacitado alguna vez los dirigentes, patrocinadores y beneficiarios del chavismo sobre estos particulares? ¿Tendrán conciencia de cómo pasarán sus nombres a la historia cuando todo esto haya terminado y se haga el balance final del chavismo?


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