Venezuela ha sido tradicionalmente uno de los países de mayor receptividad extranjera en Latinoamérica después de Argentina y Brasil.

Los primeros emigrantes árabes que llegaron a Venezuela, para ese entonces considerada en el Medio Oriente como región lejana y curiosamente llamativa, desembarcaron a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Fueron muy pocos debido a lo difícil del traslado desde Europa o Asia, pues la única forma de viajar era a través de aquellos barcos que hacían trayectos transoceánicos, para esa época sumamente largos tanto en distancia como en tiempo, y resultaban muy desagradables por los malestares físicos que ocasionaban esas naves con sus movimientos armónicos que no sentaban nada bien a las personas no acostumbradas a los viajes marítimos.

Los emigrantes árabes eran, casi en su totalidad, hombres jóvenes solteros provenientes de Siria, Líbano y Turquía, que decidieron buscar nuevos horizontes de vida en tierras lejanas con esperanzas de progreso, dadas las limitaciones existentes en sus tierras de origen por los conflictos sociopolíticos de las colonizaciones francesas e inglesas, con las respectivas consecuencias de riesgo y peligro debido a la participación de esas potencias en las guerras. Sin embargo, el número de esos emigrantes era muy reducido, y aun así, logró compenetrar en la cultura venezolana, superando los inconvenientes de idioma, normas y costumbres radicalmente diferentes.

Los pioneros o primera generación

El valor histórico de la inserción de los primeros inmigrantes sirios en Venezuela es muy importante, puesto que ambos grupos, el sirio y el autóctono o criollo, cada uno con sus peculiaridades específicas y a medida que surge el fenómeno de adaptación, sufren paralelamente transformaciones de comportamiento y convivencia que crean pautas impredecibles y de gran interés social y cultural que resultan determinantes para las generaciones siguientes. No solamente el espacio sino el tiempo marcaron diferencias en la adaptabilidad de los inmigrantes sirios en Venezuela.

Los primeros sirios llegados a Venezuela fueron tanto cristianos (maronitas, católicos y ortodoxos) como musulmanes y drusos. Se les identifica como pioneros o primera generación debido a que fueron los iniciadores de la aventura emigratoria del grupo familiar, esto es, el primer integrante de la familia que viaja, y que tiene como misión inicial reunir una base económica sólida, para luego regresar (que era la idea inicial) o traer a los demás integrantes de la familia (que fue lo que en líneas generales pasó realmente). Llegaban tanto a las regiones urbanas como a las rurales, en función de la cadena migratoria particular, esto es, el recién llegado por razones obvias se instalaba donde estaban los coterráneos que le ayudaron a llegar a Venezuela, formando en ciertos lugares grupos identificados y vecindades específicas de origen sirio, destacándose por ejemplo La Guaira, lugar de arribo de los barcos; en la capital, Caracas, la zona de Catia, por ser el espacio comercial inmediato y dentro del casco caraqueño; también fueron importantes otras ciudades como Maracaibo, Puerto La Cruz, Barquisimeto, Maracay y Valencia, en lo referente a zonas urbanas; y con respecto a zonas rurales se destacaron Calabozo, Valle de la Pascua, Altagracia de Orituco, San Fernando de Apure, Pariaguán, Zaraza, así como innumerables pequeños pueblos cercanos a las ciudades. Cabe destacar que, en general, los pioneros cristianos prefirieron la zona urbana, mientras que los musulmanes y drusos la rural.

Este grupo de inmigrantes pioneros establecieron precedentes que se han mantenido por mucho tiempo, como por ejemplo el apelativo “turco” que traían por las credenciales del gobierno de Turquía que imperaba en los países árabes; pero adicional a esta denominación aparecen en Venezuela en esta época, para quedar por siempre, otros dos términos: el primero es “musiú”, degradación de “monsieur” (señor en francés) y el segundo es “marchante”, degradación de “merchant” (persona que compra y vende, en francés también). Estas son dos de las palabras usadas por los sirios en Venezuela como resultado de la influencia francesa en el país de origen, motivados por la similitud de las lenguas francesa y castellana. Así, en menor grado se usó en Venezuela el término “turco” en oposición a los demás países americanos, y se emplearon más frecuentemente musiú y marchante (este último ya incluido en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).

Estos inmigrantes fueron los pioneros, iniciadores de la colosal aventura, considerando la época y las distancias físicas y culturales de las dos naciones. Se valieron de coraje y tolerancia, así como de una incansable voluntad de trabajo, para lograr la adaptación a un ambiente completamente diferente al entorno dejado atrás, amén de la nostalgia natural y humana por los familiares en primer lugar, y por los amigos, vecindad, clima, comidas y frutas, y una gran cantidad de situaciones que recordaban continuamente el entorno distante en el que se anhelaba estar.

El contacto con la familia (cartas, correos) era posible, en el mejor de los casos, cada dos meses, tiempo a veces no suficiente para ser transportada vía marítima la carta escrita por el inmigrante, ser contestada por la familia y devuelta por la misma vía. Si era difícil contener las lágrimas en los momentos de soledad y meditación por la nostalgia familiar y de la patria, el llanto conseguía rienda suelta al leer y releer las líneas escritas por la esposa, padres o hijos. Esos sentimientos de amor y pertenencia por los lejanos daban gran fortaleza para el trabajo duro y el empeño por lograr el objetivo que era, en principio, acumular cierta riqueza y regresar para disfrutar de un mejor nivel de vida con la familia, objetivo que se fue transformando hasta ser sustituido por el deseo de traer a la familia y emprender un proyecto de vida en esta tierra de beneficio y generosidad.

Así, los pioneros motivan a familiares y amigos a venir y emprender una nueva vida, creándose la cadena de emigración, permitiendo que los seguidores logren la adaptación al nuevo ambiente con menos dificultad dada la ayuda de los primeros.


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