Es fundamental en esta lucha humanitaria o de supervivencia humana comprender lo que está ocurriendo e internalizar la situación como nación, para entonces con un discurso y proceder congruente fijar comprometidamente las pautas estratégicas que en principio nos permitan sobrevivir a esta catástrofe y contribuir a la inminente reconstrucción y reactivación del país.

No hablo de “elección presidencial”, si debe realizarse o no, debido a que es un absurdo en la actualidad y los que participen (candidatos y votantes) se convierten en cómplices directos para decretar en definitiva el “acta de defunción” de nuestra querida Venezuela: “Prácticamente va a desintegrarse, va a deshacerse”

Desde el punto de vista económico los candidatos de forma irresponsable y demagoga basan su posible gestión en el mismo modelo rentista insustentable: engañan a los venezolanos con un mensaje falso y manipulador. Ninguno de ellos habla seria y crudamente a todo el país del enorme sacrificio que debe hacerse al estilo “sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor” (Churchill, 1940).

Aquí se le debe decir la verdad a la población venezolana, que estamos en la trayectoria de un escenario de hambre, miseria, desolación y catástrofe, y que para salir de esta situación trágica, todos estamos en la obligación de aportar para la ansiada solución, pero en esencia partiendo de un gobierno sensato. Por ello los candidatos a la Presidencia de la República deben en principio renunciar y exigir al unísono un proceso electoral que cumpla a cabalidad con los principios democráticos, con la finalidad de reducir en lo básico los niveles de incertidumbre, desconfianza e inseguridad en todas sus dimensiones.

No hablo de “crisis ni de contingencia ante ella”, sino lo que expresamos y argumentamos es que lo que padecemos es una “emergencia compleja humanitaria”, por lo tanto se requiere otro tipo de acciones como la de apelar al “Principio de responsabilidad de proteger” (ONU, 2005 y 2009), lo que representaría en la práctica la activación de la solicitud en pleno y a diario de la “Ayuda humanitaria internacional”. Es el derecho a la salud y por ende la vida la que está siendo vulnerada, por tanto se superpone ante cualquier otro. Salud y alimentación, que es igual a la vida, debe ser nuestra consigna diaria desde todas nuestras instituciones. 

Referencia: 

http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=A/RES/60/1
http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=A/63/677

No hablo de “inflación” y “devaluación” como fenómenos separados, sino como el “juego” de la “inflación y la devaluación” en el que existen actores de diferentes categorías promoviendo y manipulando que estas variables tomen valores negativos para la sociedad. Téngase en cuenta adicionalmente que con el “redondeo” a propósito de la aplicación del factor de la reconversión monetaria, algunos comerciantes están ajustando sus precios para evitar ser perjudicados con tal medida “maquillaje” (otro elemento que propicia mayor inflación). Ver anexo: Ilustración del “juego” de la inflación y la devaluación.

No hablo de “cierre técnico” sino de nivel de “tolerancia cero o umbral de saturación”, porque desde los años 2008 y 2009 las universidades del país (pero en general todo el sistema económico nacional) empezaron a transitar por un camino nefasto, y contradictoriamente al insistir con el funcionamiento o tener las “puertas abiertas” de las universidades sin presupuestos operativos o de funcionamiento y de capital (para  repotenciar y consolidar toda su infraestructura), generó en cada momento mayores  pérdidas institucionales dado el inicio (sin oposición coherente y contundente) de un proceso de descapitalización y quiebra sostenida del sistema y estructura universitaria… Por tanto, la paralización de las universidades y el país ha sido decadente y en continua involución. 

No hablo de hiperinflación sino de “megahiperestanflación”, en primer lugar porque desde hace más de 10 años se viene adelantando un proceso de decadencia e involución de la producción nacional y todo lo que ello involucra e integra (aparte del problema estructural de orden histórico y cultural que nos etiqueta como un país monoproductor, monoexportador y consumista). Con el agravante de que los incrementos y niveles de inflación son exponenciales, incontrolados, pero también deliberados e inducidos por diferentes agentes económicos y políticos (públicos y privados). Estas condicionantes implican que cuando se habla de por lo menos 13.000% de inflación para el año 2018, lo que a cada instante se va a presentar son incrementos aún más desproporcionados en los precios de los bienes y servicios; es decir, que como lo ilustró Don Albricio en el mercado popular de Mérida: “Cada día comeremos menos queso con nuestro mal llamado sueldo”.

No hablo de aumento “salarial justo” porque lo que recibimos por nuestro trabajo decente ni se aproxima a lo que es “salario mínimo vital” constitucional, sino lo que representa es un “infravital” que no llega ni a nivel de una limosna digna. Sin embargo, también hay que decirlo, en la actualidad existen diferentes categorías de venezolanos con “poder adquisitivo positivo insustentable y agravante”. Entonces, lo que planteamos es un “salario pertinente” y este agrupa por lo menos tres aspectos inseparables para el caso venezolano: salario indexado (en función de diciembre 2007), liberación de la liquidez monetaria en su componente netamente de efectivo circulante y la oferta de los productos de consumo masivo y prioritario de todos los abastecimientos privados creados para tal fin…

Estamos en una “hecatombe humanitaria” en la que la prioridad sin duda alguna es rescatar, recuperar y reconstruir a nuestra querida Venezuela, iniciando de inmediato con una gran huelga cívica e institucional a nivel nacional. Pero en relación con la jornada de protesta universitaria pautada para este 9 de mayo de 2018 se debe comentar de nuestra parte que, en lo que respecta al caso de su comunidad laboral (al igual que toda la universidad en su conjunto), hemos sido un objetivo directo de prácticas genocidas: al violarnos sistemáticamente derechos humanos fundamentales y laborales adquiridos.

Un ejemplo de lo anterior lo representa por un lado los recursos presupuestarios para HCM que han sido arrebatados de las universidades, con el propósito de concentrarlos, administrarlos y monopolizarlos de forma discrecional por funcionarios del gobierno central; pero también otra arbitrariedad y “vulgar hurto” ha sido la decisión gubernamental  completamente contraria a cualquier basamento legal y ético, al desconocer el aumento salarial  de 50% a los universitarios correspondiente al Primero de Mayo de 2018,  contradiciendo o contrariando de esta forma la orden del primer mandatario nacional en mayo de 2016, “que a partir de ese momento todos los aumentos decretados por él se le darían al sector universitario”. Oportuno mencionar que, sin quitar nada y de acuerdo con los mismos criterios metodológicos que emplea el Ejecutivo Nacional, para el Primero de Mayo de 2018 (hoy es superior) 70 millones de bolívares tenía que haber sido el salario de un profesor titular; 20 millones de bolívares el salario mínimo y la cobertura para HCM de 600 millones de bolívares por ejemplo.

Por tanto, es completamente contradictorio e incongruente seguirle la comparsa y el chantaje al gobierno nacional en el sentido de empeñarse en la realización de los juegos nacionales de profesores universitarios (Junapuv). A continuación un par de consideraciones sobre ello: 1) El año pasado era una “herejía” que las asociaciones de profesores fueran a la mesa de discusión con el gobierno (hereje) respecto a la  convención colectiva única de los trabajadores universitarios (IIICCU); sin embargo, luego de aprobada por el “hereje” fue considerada una bendición. 2)  Simplemente haciendo unos cálculos sencillos se puede determinar la fuente de los recursos para financiar los Junapuv: estos representan un derroche de recursos que ni a los universitarios ni al país en su totalidad benefician para nada… entonces, ¿quiénes son los que salen ganando?

Anexo:

Introducción al “juego” de la inflación y la devaluación. 
http://tipsaldiatwitter.blogspot.com/2018/05/sincerar-cualificar-y-cuantificar-la.html

En lo económico existen marcadas diferencias entre Venezuela (V) y Colombia (C) las cuales se mencionan algunas a continuación: a) Sistema de precios: controlados o diferenciados en V y liberados en C (incluido el tipo de cambio con respecto a la divisa dólar). b) Reservas internacionales: deficitarias y nivel crítico en V (devaluación continua) con respecto a la situación en C (depreciación “controlada”). c) Nivel de precios: Megahiperestanflación en Venezuela, es decir, inflación a niveles exponenciales con colapso del tejido productivo nacional, mientras que en Colombia se presentan niveles de inflación moderados.

Cuadro 1: Datos “hipotéticos” (sin inflación) de un producto X que se vende en Venezuela a 4 bolívares y en Colombia en 12 pesos

Aclaratorias:

  • La columna (4) se determina multiplicando el precio del producto X (columna 1) en Venezuela por su equivalente al tipo de cambio (columna 2).
  • La columna (5) muestra la ganancia o pérdida que se posibilita al presentarse la oportunidad de vender en Colombia el producto X producido en Venezuela dado el tipo de cambio (con devaluación permanente del bolívar frente al peso).

Cuadro 2: Con inflación anual “hipotética” (muy conservadora y bondadosa para Venezuela e injusta para Colombia de 100% (V) y de 50% (C). Ahora el producto X se vende (en constante incremento) en Venezuela a 8 bolívares (Bs) y en Colombia en 18 pesos (P). Obsérvese el nivel de beneficio especulativo a medida que la inflación crece y crece…

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