Cuando uno inquiere sobre los fundamentos del totalitarismo salta a la vista como el principal la vida en la mentira y, por tanto, la vida en la verdad es su principal enemigo.

En la vida democrática la verdad sí constituye un valor esencial porque así lo exigen los ciudadanos en sus relaciones entre sí, y entre ellos y el Estado.

La verdad yace y la sentimos en lo más profundo de nuestro ser; tenemos que abrir nuestra conciencia y dejarnos escrutar por ella, si queremos ser hombres auténticos. El hombre auténtico es el que dice lo que piensa y hace lo que dice.

Pongámosle atención a este pensamiento tan claro sobre la verdad que nos dejó el padre Helder Cámara:

“No le tengas miedo a la verdad, porque por dura que pueda parecerte y por hondo que te hiera sigue siendo auténtica. Naciste para ella. Sal a su encuentro, dialoga con ella, ámala, que no hay mejor amiga ni mejor hermana. Ella te libertará”.

Hace 20 años, el 6 de diciembre de 1998 se inició esta historia dantesca con la elección de quien se vendiera como salvador de la patria y desde el primer día de su mandato comenzó a configurar un Estado criminal, una larga destrucción institucional social, económica y política, sin mediación de guerras y catástrofes naturales.

El mitómano declaraba muy orondo ese día que él iba a entregar el poder en cinco años, que no requería de otros medios de comunicación social sino que con el canal 8 le bastaba. Calificó a Cuba de dictadura. Afirmó que no iba a nacionalizar nada.

A la vuelta somos protagonistas del éxodo más grande de América Latina, nos sentimos extranjeros en nuestro propio país y carecemos de condiciones mínimas de calidad de vida. El régimen ha vulnerado a la población. Por primera vez se incluye a Venezuela en los planes anuales de Naciones Unidas para ayuda humanitaria. La economía ha sido destruida en casi 50%. Forzando la comparación al campo personal es como si hubiera desaparecido la mitad de nuestro cuerpo. Asistimos a un desplazamiento humano de un país petrolero, estamos hablando de 4.5 millones de personas, según la experta Claudia Vargas de la Universidad Simón Bolívar. De cada 10 educadores se han ido 4; de cada 10 médicos, 6, y la cifra de escasez de medicinas monta a 90%. La diáspora implica a venezolanos siendo objeto de esclavitud moderna la cual en estos tiempos resulta silenciosa, los encierran en minas y fincas. Muchos casos de explotación sexual y se violan sus derechos humanos. La Inflación remonta el 1.000.000%. Se despertó la fiebre delincuencial del oro a costa del ecocidio del frágil Arco Minero. Esta tragedia se inició hace 20 años. El 10 de enero es el preludio de hacerse el régimen más pequeño en el mundo. Sin elecciones libres para presidente, se terminará de enterrar los restos de la precaria institucionalidad.

¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!


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