Juan Guaidó, el joven presidente de la Asamblea Nacional, ha revolucionado la política venezolana en apenas 3 semanas. No ha terminado el mes y ya levantó el ánimo alicaído de muchos venezolanos, convocó marchas, se juramentó como presidente encargado y hasta hizo que el gobierno, siempre en control de los acontecimientos, se tambalee y sienta por primera vez en años que no controla la agenda pública.

Las redes sociales adoran a Guaidó. En Twitter e Instagram todos hablan de él. Con su pinta, muy al estilo Obama, el muchacho ha desbarajustado al chavismo (debería decir madurismo) y a todas las aves de mal agüero de la oposición, tan prolijas en descalificar todo y siempre prontas a sembrar cizaña, e hizo que todo lo que pueda ser un elemento negativo se convierta en una potencialidad. Y después del #GuaidoChallenge la capucha es ahora un símbolo y amenaza como nunca a Miraflores.

No tiene mucho discurso y quizás no sea tan carismático, pero el domingo todo el mundo estaba pendiente de lo que iba a decir. La convocatoria a una nueva marcha cayó como un bálsamo. La gente quiere más, lo espera en las convocatorias y hasta una rueda de prensa en Chacao tuvo un lleno impresionante, más incluso que las vigilias del otro lado.

Sube como la espuma. Ya no son los Ramos Allup ni los Leopoldo. Tampoco las María Corina. Son otros tiempos, es otro momento. Es la hora de Guaidó.

Y si finalmente lo mediático, que insufla esperanza y cambio, se articula de buena manera con la realidad, podemos esperar cosas mejores en las próximas semanas. Como nunca se ha alineado todo para producir los resultados que deseamos desde hace años y que permitan enderezar este entuerto que nos ha llevado a la peor crisis vivida en la historia del país. Por eso mismo no tenemos todo el tiempo del mundo, hay que apurarse, porque mientras la política sigue su rumbo mueren niños, el hambre campea en miles de familias y la diáspora se incrementa.

Guaidó es la estrella y confiamos en que no se apague, para beneficio de todos, incluso de los que gobiernan, que harían bien en marcharse de una vez y ahorrarnos más sufrimiento a los venezolanos.


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