A pesar de su corta edad no puede decirse que el nuevo presidente de Francia es un novato. Su fortaleza profesional, sin duda, es el tema económico, una cualidad que le será de inmensa utilidad para las turbulencias que le depara la situación europea y la de su propio país, dentro de ella. 

Pero son muchos los que piensan que este nuevo líder de 39 años, no las tiene todas consigo en el tema político y que en este campo es donde se le presentarán sus primeros escollos. Cualesquiera que sean los postulados de su nuevo plan de gobierno, este puede irse al traste si el mandatario no consigue armar, en las elecciones de junio, una sólida mayoría en la Asamblea Nacional que le permita  contar no solo con el apoyo necesario para las reformas legislativas a que haya lugar, sino para poder disponer de un Primer Ministro que se haga parte activa de sus tesis gubernamentales.

La realidad en torno a su debilidad política es otra. En primer lugar, muy lejos de la petulancia que sus detractores le endilgan, Emmanuel Macron es un relacionista público nato. No hubiera podido este hombre llegar a ocupar los cargos que ha desempeñado en su carrera si no hubiera sido capaz de venderse muy bien a sí mismo ante cada uno de quienes lo apoyaron en su meteórico ascenso hasta L’Elysee. Ocurre que una de las características resaltantes de su desempeño es la enorme seguridad en sí mismo que es capaz de transmitir, lo que viene a apuntalar a la muy rica y variada formación profesional de que dispone tanto en el terreno de las Ciencias Políticas como de las Económicas y Financieras. De esa manera Emmanuel pasó por cargos de muy alta jerarquía en el Ministerio de Hacienda, en la Banca Rothschild y en la Secretaría de la Presidencia dejando en cada sitio sembrada una estela de creatividad y eficiencia singular. Hay quienes incluso critican que nuestro hombre se haya esmerado más en causar una fuerte impresión en lugar de dejar una profunda huella.

Sea lo que sea, esta característica de su personalidad que combina pro-actividad, visión positiva de sí mismo, relacionamiento activo y positivo con terceros, le ha sido de utilidad para armar su propio partido “¡En Marche!”  ( En Marcha!), llevarlo a la temprana victoria  que acabamos de presenciar y le servirá por igual  para escoger a sus colaboradores, una tarea que debe emprender de inmediato.

El restablecimiento de una economía vigorosa será el más importante de sus retos para poder sentarse a conversar de tú a tú con la Alemania  de la señora Merkel sobre los grandes temas del rescate de Europa. El desempeño económico del país de los galos, segundo líder europeo de los últimos tiempos, años ha sido mediocre, por decir lo menos, y modificar el rumbo que llevan las cosas, no es un tema de cantar y coser. Ello requerirá de un esfuerzo titánico, de capacidad para vender sus propuestas y de acopiar todas las relaciones de cada momento de su estelar carrera.

En todo caso, está claro que a su equipamiento profesional y a la experiencia acumulada, se suma un entramado de relaciones bien abotonadas considerado como uno de los más completos del espectro político francés. Macron arranca con excelentes contactos en los partidos tradicionales, en las derechas y las izquierdas, el medio sindical y el sector empresarial de país, además del favor del electorado.  Le quedan huérfanos temas álgidos de la actualidad francesa como el del terrorismo y de las migraciones desde el extranjero que no se han constituido aun en prioridades inmediatas para este singular nuevo presidente de Francia.


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