La semana pasada una encuesta nacional sobre Venezuela fue presentada en el Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS por sus siglas en inglés) de Washington.

El estudio de opinión pública fue realizado en la segunda quincena de abril, por las firmas americanas GBAO y Albright Stonebridge Group (ASG) con una contraparte en Venezuela que hizo el trabajo de campo y participó en el desarrollo de la metodología. No fue encargada por una empresa privada ni para un partido político. El objetivo era entender la realidad venezolana y la percepción de la participación de los actores internacionales en ella.

Una de las grandes conclusiones indica que Venezuela es una sociedad polarizada, mas no dividida, entre los partidarios del PSUV 28%, las organizaciones Anti-Régimen (AR) 41%, y los que no tienen Ningún Partido político (NP) 31%. Al segmentar los simpatizantes de cada agrupación, se observa que Maduro tiene un mayor apoyo en personas con 50 años o más, con baja instrucción académica y que viven en zonas rurales, una coalición similar a la que tiene hoy el presidente Trump en Estados Unidos.

Este clima político volátil en Venezuela con condiciones económicas extremas plantea múltiples desafíos para los actores nacionales e internacionales que buscan influir en el curso de los hechos. 

Otra conclusión es que los venezolanos rechazan abrumadoramente el régimen de Maduro. Su gestión es fuertemente negada por 3 de cada 4 venezolanos, 99% de los AR y 95% de los NP. La aprobación de su gestión, 1 de cada 4, la obtiene de los seguidores del PSUV, a pesar de la grave crisis socioeconómica que atraviesa el país. 

Asimismo, se observa que Maduro está perdiendo el apoyo de los grupos sociales más bajos, D y E. Cuenta con el respaldo de 31% de las personas sin educación secundaria -una caída de 40% con respecto a Hugo Chávez-, 29% con grado de bachiller, 16% con algunos estudios técnicos y universitarios, y 17% con tercer y cuarto nivel educativo.

El rechazo hacia el liderazgo de la clase política en el PSUV no es solo hacia Nicolás Maduro, también Diosdado Cabello y Vladimir Padrino López, quienes obtienen el mismo resultado. Una opinión compartida tanto por el sector militar (la tropa) y su familia como por la parte civil, ubicándose en 68% promedio.

En cuanto a la crisis económica, los apagones y la falta de ayuda humanitaria, Maduro y su régimen son los responsables, alcanzando 64%, 68% y 73% respectivamente.

La asamblea nacional constituyente, el Tribunal Supremo de Justicia y el Consejo Nacional Electoral salen desaprobados en su desempeño con dos tercios de la población, mientras que la Asamblea Nacional cuenta con un respaldo de 59%.  

Se encontró que el éxodo venezolano continuará sucediendo en los próximos meses. Los más proclives a marcharse del país son los AR (40%) y los de NP (47%), lo que afectaría la correlación entre las fuerzas políticas, porque los del PSUV quieren quedarse en Venezuela. En consecuencia, el escenario político futuro sería dominado por el PSUV con 40% de seguidores.

En esta fotografía de la realidad política venezolana Juan Guaidó cuenta con un fuerte respaldo, 54%. Supera por 15 puntos a Leopoldo López, por 24 a María Corina Machado y por 25 a Henrique Capriles. Es el único político con rating favorable.

Además, Guaidó tiene la confianza para liderar la transición política en Venezuela y conducir los destinos del país, luego de la elección presidencial (60%). En una  contienda electoral contra Maduro, Guaidó lo derrotaría fácilmente con 61% de los votos, aunque el sustituto de Chávez perdería bajo cualquier escenario en una elección presidencial si se enfrenta a un candidato único opositor.

El estudio de opinión pública encontró que una mayoría clara (58%) quiere que la FAN apoye a Guaidó, incluyendo al estamento militar y su familia militar, y el sector civil. Además, los AR y de NP apoyan la amnistía para el régimen y el ejército, 64% y 70% respectivamente.   

En cuanto a la solución para la ingobernabilidad en Venezuela, las opciones que tuvieron un apoyo mayoritario fueron:

  • “Nicolás Maduro renuncia y se celebran nuevas elecciones bajo la presidencia provisional de Juan Guaidó» (65%) ,
  • «Los países extranjeros sancionan a más funcionarios venezolanos congelando sus activos y prohibiendo su capacidad de viajar a ciertos países» (62%), y
  • «El Ejército venezolano saca a Nicolás Maduro de la presidencia (60%)”.

También se dio una opción en la que no se observó la polarización: “Los mediadores internacionales convocan una negociación entre el gobierno y la oposición”.

En cambio, hay una división sobre una intervención militar extranjera: para los AR y de NP el apoyo excede 50%. Sucede lo mismo con las sanciones de Estados Unidos a Pdvsa: los AR, 73% y NP, 53% apoyan la acción. Al evaluar esta medida en los sectores sociales, las clases D y E se sienten muy perjudicadas. Y los habitantes de las zonas rurales son los más afectados.

Los países que apoyan a Maduro en la usurpación de la presidencia son evaluados negativamente. En el último lugar se ubica Cuba con 63% negativo. Mientras Colombia, Estados Unidos, Brasil, Unión Europea, Canadá y México obtienen una valoración positiva por encima de 50%. China obtiene 48% positivo.

Todos coinciden en que es necesaria la inversión extranjera para recuperar la economía venezolana.

Por último, el estudio evalúa el legado de Chávez, determinado un deterioro en el mismo. La mayoría quiere mantener algunas políticas del fallecido presidente, sobre todo las misiones.

La fotografía de la realidad en Venezuela antes del 30-A muestra que los venezolanos quieren un cambio de gobierno. Les gustaría que fuera una salida pacífica y democrática. Además, consideran que Juan Guaidó debe liderarlo con el acompañamiento de los sectores militar y civil, y la comunidad internacional democrática.

Debe tomarse otra fotografía después de los eventos del 30-A. Sin embargo, esta foto tendrá muchos de los elementos del retrato anterior. Por lo tanto, hay que asumir cualquier reto que se presente en la nueva imagen para restaurar la democracia en Venezuela, entendiendo “la falacia de la concreción injustificada”.


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