Son las 7:00 de la mañana y todo parece que será un día normal, registro mi entrada en el biométrico de la morgue del hospital, saludo a Josep que guarda la entrada y quien confirma mi identidad en el computador. Justo después del rechinar de la puerta abriéndose, me encuentro con el pasillo blanco inmaculado, doblo a la derecha y justo antes de mi oficina, allí está mi máquina de café, hoy me esperan unas cuantas tazas, quizás litros debería decir, espero que no se acabe.

Es el año 2100 y no es cualquier morgue, esa una muy especial, una donde la causa de la muerte no nos interesa, esto es un laboratorio de avanzada donde las élites, millonarios excéntricos, políticos, famosos del mundo vuelven a la vida…

Aunque parezca un poco de ciencia ficción, la verdad es que no lo es tanto, o por lo menos en una medida racional, si es que se puede ser racional al hablar de estos temas. Lo cierto es que investigadores de la Universidad de Yale, han recuperado la actividad celular de una treintena de cerebros de cerdos que habían sido declarados muertos 4 horas antes y dispuestos en la cadena alimenticia de una gran compañía.

Frankenstein

Como si se tratara del mismísimo Frankenstein, los cerebros retirados de sus cuerpos fueron acoplados en un sistema de bombeo de nutrientes denominado BrainEx, cuya función era suministrar al sistema vascular cerebral un sustituto de la sangre con nutrientes, con la finalidad de alimentar las funciones cerebrales. Poco tiempo después ocurrió lo que buscaban con cierto temor. Las células de estos cerebros volvían a la “vida”.

No tan muertos

A pesar de que los cerebros de los cerdos no mostraron actividad cerebral que se pudiera asociar con conciencia o percepción, de acuerdo con lo observado por los científicos, en términos clínicos se trataba de un cerebro muerto, lo realmente interesante es que su actividad celular había vuelto a la vida.

Estos hallazgos son realmente importantes no para la vida de los cerdos, sino para la humanidad en sí misma, producto de que dichos resultados podrían ampliar la ventana temporal sobre cuando poder declarar muerte cerebral a una persona, lo que pondría en un conflicto bioético y en jaque muchas de las donaciones de órganos, las cuales se basan justamente en la declaración de la muerte cerebral del donante.

Falta mucho

A pesar de ser resultados impactantes para la medicina y afines, la capacidad de restaurar las funciones cerebrales aún dista mucho, no obstante, quizás estamos más cerca de un futuro donde la “muerte” sea una cuestión del pasado, o peor aún de moda…


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