La crisis general hace otro pico.

Hoy la calle cruje, hay un calor de gente arrecha que parece haber aprendido a resistir y perseverar, en más de un frente, en muchos frentes simultáneos, en muchos niveles simultáneos. Una variedad y flexibilidad que pareciera anunciar nuevos liderazgos.

Las fuerzas represivas, que habían mostrado ciertos aprendizajes en la contención y dispersión de protestas, ahora se muestran inseguras, haciendo uso inmediato de la violencia tóxica.

Se cerca la ciudad y cierran los transportes con daños tan grandes como ese de dar vacaciones en Semana Santa en reiteración de la tremenda dilapidación y mal uso de los bienes nacionales.

Tal dureza puede ser señal de descomposición, de desconfianza en sus también hambreados reclutas.

Tenemos un gobierno acorralado, más por el agotamiento de su proyecto, su propia torpeza y agresividad que por el acoso de unos opositores en pacífico uso de sus derechos. Desde ese corral hace explícito un golpe de Estado que ya se había dado al haber birlado el referendo.

No tengo detalles, pero gestos, posturas y lenguaje circular y reiterativo denuncian inseguridad, agotamiento y dudas en la fidelidad de los fieles necesarios. Lo de la fiscal es significativo y mucho, como el anuncio de un jefe que se pasa con tropa y todo.

Los economistas nos informan preocupados de una posible cesación de pagos y lo difícil que se le hace al gobierno conseguir dinero para saldar las enormes deudas y que ha sido esa angustia la que precipitó el desafuero de los torpes magistrados.

Es clara y contundente la actitud internacional contraria a este golpe de Estado y la preocupación por las graves carencias de la gente.

Así, en este ambiente, el gobierno podría pensar en negociar para preservar para mejor ocasión su aún considerable fuerza política, pero más cosas tienen que pasar y no será la conciencia de los gobernantes sino la presión de la misma crisis la que los llevará a hacerlo. Cosa que en la historia no es novedad.

Si uno creyera en las amenazas de los políticos en campaña pensaría en una masacre antes de Semana Santa. Pero no, aún no la habrá. Pero bien podrían ocurrir torpezas como la de los peculiares magistrados que las desencadenaran. Eso de trabajar con fieles tan lineales y escasos es muy peligroso.

Pero allí está este inmenso caudal de problemas que requiere saltar por encima de la inmediatez y buscar el entendimiento.

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