La oposición y sus devaneos lucen empequeñecidos ante el despotismo aplastante. O, por el contrario, el despotismo aplastante se ha agigantado ante la oposición. Señalo esto con sumo pesar. Obviamente preferiría que así no estuvieran ocurriendo los hechos. No puedo evitar expresarlo. El Consejo Nacional Electoral del régimen luce tan inamovible como el régimen mismo en este instante. Eso representa un peso que ya quisiéramos que fuera muerto sobre la oposición, engolosinada ahora con una primaria que a posteriori se vislumbra así sin sentido.

En ese orden de ideas, a riesgo de parecer contradictorio, realmente resulta digno de celebrar el documento de esta semana de la Plataforma Unitaria Democrática. En él se señala que habrá condiciones establecidas este mismo mes para la participación en la elección y que designarán, supremamente importante, una Comisión Nacional de Primaria. También se alienta a «derrotar la campaña dirigida por el régimen según la cual aquí no hay nada que podamos hacer, para que dejemos en sus manos el destino de Venezuela».  Remata el comunicado opositor señalando que no debe haber diferencia entre los opositores superior a la obligación que tenemos de luchar por un mejor destino. En todo eso tenemos también la obligación de concordar, de aplaudir, la expresión firme de la plataforma.

Pero las palabras deben poseer un contenido que sustente su significación. Una máxima del teatro lógico indica que la palabra debe corresponder a la acción y la acción a la palabra. La campaña del régimen de que aquí no hay nada que podamos hacer no choca contra nada en este momento. Ojalá esa condición cambie pronto, por el bien de todo el país, por el bien de la oposición verdadera, la democrática, en Venezuela. Algunos partidos no acudieron a las pasadas supuestas elecciones regionales aduciendo, entre otros elementos, su infiabilidad. Eran convocadas por un Consejo Nacional Electoral que no tenía las condiciones de transparencia, como no las reunían las elecciones mismas, en eso la gran mayoría da la razón. También la da el accionar de algunos que resultaron «electos» y se hacían pasar por lo que no son. El CNE ese es el brazo electoral del régimen. Hace muy bien la Plataforma Unitaria Democrática en desmarcarse de él al convocar la elección primaria sin la intervención de ese ente del cual la población venezolana con justa razón desconfía superlativamente. Eso le da carácter singular a la Plataforma. Más confianza al elector en cuanto a que el régimen no alcanzará su voto en la primaria.

¿Y en las demás elecciones? ¿No existe la posibilidad de luchar porque ese CNE sea modificado en procura de obtener también y más significativamente la confianza del electorado? En esa dirección deben enfrascarse ahora los partidos políticos; no cuando ya luzca o sea demasiado tarde. En dos años se puede lograr modificar la manera como ese CNE está constituido, cuestionado además de por su origen, por la designación por parte de una Asamblea Nacional espuria, por su muy dudosa entreguista integración. ¿O forma parte el CNE de esa nada que podamos hacer? Entre las condiciones que debemos exigir desde ya los opositores están las elecciones libres, verificables, creíbles. No basta con cuestionar el CNE para la primaria. Hay que cuestionarlo como órgano electoral inválido para cualquier elección libre.

Tan inválido resulta que para remarcar la campaña de que no existe nada que podamos hacer, el déspota mayor señaló recientemente fechas y modos de las elecciones por venir, sin cuestionamiento alguno por parte de los partidos políticos opositores. Haciendo evidente lo resabido: que no existe separación alguna de poderes en Venezuela, que el único poder controlador de todo se sitúa en Miraflores y no hay nada significativo que se escape a su sombra tenebrosa. ¿Miedo a más impedimentos, como las inhabilitaciones? ¿Descuido? Existen hechos y palabras que no se pueden dejar pasar, por muy concentrados que se pueda estar en la primaria. Son significativas para crear la indispensable confianza del electorado. Esto de la separación de los poderes que tienen que ser independientes, esto de ese CNE no se puede pasar por alto. Así tengamos que acudir con ese, nuestra obligación tiene que ser señalarlo como la impostura y la imposición que es, a diario, permanentemente. Tiene que notarse desde ya la lucha por su modificación.

 


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