La historia comenzó el 10 de noviembre de 2015, en Puerto Príncipe, Haití, cuando dos sobrinos de Cilia Flores, esposa del conductor de Miraflores, Nicolás Maduro Moros, fueron detenidos por funcionarios de la DEA, a raíz de la firme intención que tenían de transportar 800 kilogramos de cocaína a los Estados Unidos. Los personajes centrales de la trama fueron Francisco Flores de Freitas y Efraín Antonio Campos Flores. A ambos los sometieron a juicio y, un año más tarde, se les declaró culpables por el ominoso proceder, siendo condenados a 18 años de prisión.

Un detalle que no pasó por debajo de la mesa fue la importante revelación que en su momento hizo el diario estadounidense The Wall Street Journal: El empresario naviero venezolano Wilmer Ruperti financió, por razones patrióticas y en solidaridad con Maduro, los gastos del proceso judicial”. La firmeza de su comportamiento quedó ratificada con el siguiente señalamiento: “Esto perturba la tranquilidad de la familia presidencial. Uno necesita que el presidente esté calmado (…) Estoy ayudando a preservar el gobierno constitucional de Venezuela”.

A pocos días de cumplir 7 años encarcelados, el presidente Joe Biden tomó la decisión de liberar a los que muchos periodistas bautizaron como los “narcosobrinos”. Sin duda, la decisión del presidente norteamericano es un cambio significativo con respecto a la política de los Estados Unidos en ese terreno. Ello fue producto del acuerdo alcanzado con Maduro para que, en paralelo, se excarcelara a los ciudadanos estadounidenses y a un venezolano residente en Estados Unidos, “involucrados” en casos de corrupción, de conformidad con el “equilibrado” criterio del tribunal revolucionario que los enjuició. No está de más resaltar que, del grupo liberado, cinco son exdirectivos de la empresa petrolera Citgo (filial de Pdvsa en Houston) y, de ellos, cuatro son estadounidenses nacidos en Venezuela; el quinto es venezolano residente permanente en ese país.

Las razones de fuerza mayor que dieron lugar a la acción del presidente Biden no han sido óbice para que los cuestionamientos a granel se hayan hecho presentes. Quienes critican a Biden no se detienen ni un segundo a leer o comentar la reacción de la hija de uno de los norteamericanos liberados: “No puedo creerlo. Éste es el mejor regalo de cumpleaños que he recibido. Me siento feliz”. Eso dijo Cristina Vadell, hija de Tomeau Vadell, a The Associated Press.

Como resultado de todo lo anterior, las críticas al actual presidente norteamericano por parte de muchos venezolanos y el sector conservador de Estados Unidos, no ha dejado de expresarse. Eso es una realidad que entristece. En lo personal me pregunto: ¿cuál sería la posición de quienes cuestionan la decisión anterior, si un familiar cercano (un hijo, un hermano, el esposo, el cuñado de alguno de los detenidos) formara parte del pequeño grupo de norteamericanos presos? Estoy seguro de que su postura habría sido a favor de Biden. Entonces, ¿por qué tanto alboroto de gallinero? Los políticos norteamericanos no son tontos, menos uno con el prestigio y la altura del mandatario estadounidense.

Nadie puede poner en duda cuál es mi actitud frente a la atroz dictadura de la dupla Chávez-Maduro. Desde que escribo para este medio de comunicación social mi postura ha sido firme, como también lo es mi determinación de seguir viviendo en Venezuela y abogar por la unidad de todos los grupos opositores. Jamás he militado en partido político alguno y deseo, más que nadie, que cesen los distanciamientos y que mantengamos la unidad hasta salir de la dictadura actual. No obstante ello, le manifiesto a todos los críticos de Joe Biden que estoy de acuerdo con la acertada y humanitaria decisión que adoptó en esta ocasión.

En relación con este espinoso pero relevante asunto recomiendo leer el atinado artículo de Antonio de la Cruz, publicado el pasado miércoles (5 de octubre de 2022) aquí en El Nacional, y que se titula “El canje de los narcosobrinos plantea una nueva estrategia para la libertad de Venezuela”.

A estas alturas del juego no podemos ahogarnos en un vaso de agua. Lo prioritario es que el sector opositor se una como un solo bloque; de lo contrario, las posibilidades de un cambio político se alargarán más y más en el tiempo.

@EddyReyesT


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