María Coraje, María Valiente, así han llamado a María Corina Machado. Buena parte del país y de ciudadanos de otros lugares del planeta se refieren así a ella. El reciente atentado en Upata, organizado por el régimen y con estilo rojo-cubano, ha elevado a nivel preeminente reconocimientos sobre su carácter impertérrito, lleno de bravura. Como si el peligro le fuera ajeno.

Aunque así se le señala con admiración y generosidad, pienso que puede conducir a ocultar u oscurecer la fuente de esa valentía que, en realidad, emana del cultivo riguroso de los principios y valores que guían su vida, su acción política y la de la organización que fundó y lidera.

Hay quienes sostienen que la política es lo que se puede hacer en cada momento con tal de obtener el poder para, con ese poder, alcanzar las metas que se desean. Cualquier maniobra es válida, cualquier subterfugio si es útil se emplea, y se desprecian valores que pueden restringir el más amplio campo de las estratagemas cómodas ajenas a los principios. Así, por ejemplo, la ignorancia histórica se burla de la demanda de libertad porque la gente lo que tiene es hambre, sin entender que solo la libertad crea el entorno para luchar contra el hambre.

Los principios siempre son necesarios para una conducta política decente: es la honradez personal, profesional e intelectual que preside la acción por más comprometida que sea; es el valor de la palabra y la fidelidad a los compromisos; es la búsqueda de los objetivos sin que los financistas o las conveniencias circunstanciales se interpongan.

En una democracia con instituciones fuertes la carencia de principios de los dirigentes tiene los límites que imponen las leyes, las normas y tradiciones respetadas. Existen tarambanas de la política, pero su acción es restringida por esas instituciones desde fuera de su conciencia. Sin embargo, en un caos como el venezolano, sin instituciones, la navegación en la tormenta se hace sin piloto automático, sin comunicaciones, sin radar, y apenas con la imprescindible guía de esa brújula que son los principios con los cuales se navega. Entonces se puede andar solo, pero bien acompañado por la conciencia.

De allí nace ese coraje inagotable de María Corina y su gente. Es lo que le permite ver que detrás de la mano de Pedro Sánchez y su canciller, detrás de las gestiones del senador Corker, detrás de las gestiones del nuncio Giordano, la pezuña de Rodríguez Zapatero es la que mece la cuna. Y no se confunde.

¿De dónde viene la valentía? De la paz que da tener una conciencia honrada.


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