Este artículo debió ser el cierre de 2018, pero decidimos que fuese el que abriera este nuevo año, ya que 2019 se proyecta con más turbulencias si no se abren caminos para solucionar la gravísima situación venezolana, causada por las desacertadas políticas públicas del grupete del gobierno.

Se incrementarán las ansiedades, desnutrición, migraciones, colapsos, regresiones y exilios en nuestra propia tierra. Toda una avalancha de percances que nos desdibuja como país.

Ya han migrado cerca de 4,5 millones de venezolanos. Estamos quedando 27 millones y si no logramos detener este deslave migratorio, y por nuevas proyecciones internacionales para este año, se prevé el incremento del flujo de salida en mayores proporciones, y las consecuencias serán irreversibles como nación.

Según especialistas, solo en el acumulado de la diáspora se han perdido 3 millones de trabajadores. Ha cambiado sin duda la demografía nacional, es el inicio de una posible regresión. Un brutal egreso por la gente que sale desesperada hacia destinos ya conocidos, en el que Colombia acapara cerca de 50% de los migrantes. Y el gobierno, al cierre del año pasado en su microplan «Vuelta a la Patria» muestra solo 0,016% de las personas que han retornado, con las intenciones políticas asociadas de su proyecto.

Hay cifras que deben asustarnos. Se está estructurando la inviabilidad como país debido a la migración de la fuerza laboral. Déficit de investigadores, ingenieros ya casi no hay. Según la Federación Médica Venezolana, había 38.000 médicos y hoy quedan 12.000. Teníamos cerca de 6,000 ingenieros químicos y ahora hay 2.000. Es solo una muestra en números del horror laboral, una radiografía de la actual fuerza de trabajo reducida. Población económicamente activa ida y que quizás no volverá. Sin contar la gravedad de estas cifras, en 2018 murieron 190.000 personas por falta de medicinas y alimentos. Y la realidad de la desnutrición aguda en 1,6 millones de niños con las consecuencias que ello acarrea. Retardo de crecimiento y desarrollo psicomotor. Una población de niños con efectos adversos a largo plazo en su trabajo físico y de desempeño intelectual. Generación de relevo castrada debido a este cuadro de desnutrición.

Además, hay otros síntomas muy preocupantes en estas décadas y son los  emocionales. Ansiedad y depresiones, que se visualizan diariamente en nuestras calles. Agresividad, abatimiento e inhibiciones. Vemos alteraciones de la personalidad, mucha melancolía, soledad, cansancio, trastorno del sueño, inapetencia, baja del tono corporal, entre otras manifestaciones, que si no se abordan tendrán consecuencias masivas en enfermedades asociadas. Estos síntomas no debemos perderlos de vista, hay que tenerlos muy presentes. Y los que todavía estamos acá, el «insilio» llegó. Destierro dentro de uno mismo, quedarse sin realidad estar.

Con este cuadro y radiografía esperamos no rezar un réquiem en este desdibujo de país.

#AsiDeSencillo


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