Venimos de un año 2017 en el que las esperanzas de cambio expresadas en protestas multitudinarias y eventos democráticos, como el del 16J, se vieron contrarrestadas por la represión sangrienta del Estado y grupos afectos al gobierno. El régimen impuso una asamblea constituyente en condiciones de fraude e ilegalidad, que se mantuvieron en la realización de elecciones regionales y municipales. 2018 inicia con amenazas, represión, chantaje y propaganda por parte de la dictadura madurista que impulsa un contexto de gran conflictividad, deterioro económico y crisis social. El ánimo del país es de tristeza, desesperanza y angustia ante la enorme gravedad de nuestra coyuntura y a que se mantengan, en el largo plazo, las actuales condiciones de crisis y emergencia.

Frente a esto encontramos causas para no sucumbir ante el pesimismo y la anomia, no desde falsos optimismos o expectativas irreales, sino desde nuestra propia experiencia en las calles de Caracas. 2017 ha sido un año de vivencias con la continuidad del programa Alimenta la Solidaridad, y nuestro trabajo en el Movimiento Mi Convive, que nos han mostrado, día a día, el valor de las personas, y su capacidad para lograr la transformación de las realidades más adversas, a partir del ejercicio de valores de la convivencia, la solidaridad y el encuentro.

Reconocer los logros, conseguidos con gran trabajo, compromiso y constancia, por los integrantes de comunidades como La Vega, Carapita, Los Mecedores, Antímano, Cota 905, Las Mayas, San Agustín, 23 de Enero, entre otras, es darle rostro y nombre a la esperanza para superar el estado de crisis y emergencia que atraviesa el país. De igual forma, hablar del involucramiento y participación de organizaciones vecinales y de trabajo social, de voluntariado y de pequeños y grandes empresarios, confirma nuestra creencia fundamental en los venezolanos. De la gente, nuestra gente, como generadora, protagonista y destinataria de los procesos de cambio que se precisan para revertir la tragedia del modelo empobrecedor y destructivo del actual gobierno.

Tal vez uno de los mayores daños causados por el régimen ha sido el de estimular y profundizar la fragmentación social, ligada a taras y problemas profundos de nuestra sociedad. El grupo en el poder ha manipulado y promovido, la exclusión y la desconfianza entre los venezolanos, transgrediendo el papel esencial del Estado en la generación de vínculos y el establecimiento de espacios para la convivencia y el encuentro entre los diversos sectores del país. De esta forma ha explotado los aspectos más oscuros del alma nacional para la implantación de su modelo, generando un efecto destructivo y empobrecedor, cuyos resultados se evidencian en la terrible situación que atravesamos.

Nuestra experiencia y trabajo contradice por completo está visión perversa del régimen. En situaciones de violencia y necesidad, de pérdidas irreparables, de hambre o de penuria, hemos vivido la respuesta de las personas apelando a lo más elevado de su naturaleza. Superando el miedo, la desconfianza, la impotencia y el egoísmo para surgir desde las sombras hacia la vida. Transformándose no solo a sí mismos sino también a su entorno y a quienes les rodean, de manera positiva y ejemplarizante.

No hay duda de las inmensas dificultades que entraña 2018. De los esfuerzos que tendremos que hacer en todos los aspectos de nuestra realidad, individual y colectiva, para no sucumbir ante las enormes adversidades de la crisis y del régimen que la genera y aprovecha. Pero con estas líneas queremos visibilizar los triunfos que desde, por y para la gente han logrado quienes trabajan y comparten con nosotros. Queremos expresar nuestro profundo agradecimiento y respeto hacia ellos. Su ejemplo y esfuerzo nos dan esperanza de que podremos salir adelante y la certeza de un encuentro real entre los venezolanos, reconociéndonos a partir de lo mejor de nosotros mismos.


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