Si alguien quiere informarse acerca de los antecedentes del desastre eléctrico que arrancó el jueves 7 de marzo y cuyos efectos todavía se hacen sentir al día de hoy, no tiene más que leer el documento que elaboró la Comisión Eléctrica del Colegio de Ingenieros de Venezuela, titulado “Crisis en el Sistema Eléctrico Nacional”, el cual se hizo público en abril de 2016 y cuya versión digital (PDF) puede encontrarse a través del motor de búsqueda de Google. Ahí leemos señalamientos como los que registramos a continuación de manera reducida y no textual.

Para el momento en que Hugo Chávez Frías asumió la Presidencia de la República por primera vez, el 2 de febrero de 1999, Venezuela tenía uno de los sectores eléctricos más desarrollados de América Latina. Entonces contábamos con un moderno parque de generación hidroeléctrica y térmica, una red de transmisión de alta tecnología y otra de distribución que abarcaba  96% de la población y a casi todo el territorio nacional. En esa industria eléctrica participaban el Estado y el sector privado nacional.

¿Qué hizo que todo cambiara? Las razones fueron múltiples y acá solo destacaremos cuatro de ellas. La primera fue el predominio de lo político sobre lo técnico y económico. Al igual que ocurrió con nuestra industria petrolera, se inició un proceso de desplazamiento de los altos niveles gerenciales y técnicos, que fueron sustituidos por figuras vinculadas al gobierno, sin la preparación y experiencia necesarias.

La segunda causa del cambio fue la centralización que se llevó a cabo de toda la industria. El gobierno procedió a crear una entidad única (Corpoelec) para atender todo el servicio eléctrico, la cual absorbió las tareas que llevaban a cabo catorce empresas estatales, mixtas y privadas, distribuidas en todo el país. De esa manera el proceso de toma de decisiones se concentró en Caracas y las diferentes regiones perdieron su capacidad de respuesta rápida a los requerimientos de sus usuarios. En pocas palabras, la centralización generó retardos en las tareas operativas y de mantenimiento.

La tercera fue la insuficiencia de ingresos. Las tarifas cobradas por las políticas populistas de Chávez no permitían cubrir los gastos que generaba la prestación del servicio. Lo que no deja de asombrar es que los principales deudores de la corporación son el Estado, sus empresas y los distintos organismos que le están adscritos.

Y la cuarta fue el abandono de los planes de mediano y largo plazo que la industria eléctrica venía ejecutando a lo largo de los años, los cuales se sustituyeron por decisiones improvisadas. Eso generó un grave desfase entre la demanda y la oferta del servicio, lo cual condujo al deterioro de todo el sistema eléctrico.

De los anteriores polvos viene el lodo de hoy. De modo que los recientes señalamientos de Nicolás Maduro de culpabilizar a Estados Unidos por supuestos ataques cibernéticos al cerebro de distribución de Corpoelec, no son más que el producto de su fantasía desbocada y acomodaticia.

No hay que olvidar que la primera “emergencia eléctrica” del país arrancó el 21 de diciembre de 2009. El propio Chávez firmó ese día un decreto reconociendo la situación, la cual se mantuvo hasta el 30 de noviembre de 2010, aun cuando el problema no estaba resuelto. De hecho, el 14 de mayo de 2011, luego de que el país experimentase dos apagones nacionales, el gobierno puso en práctica un plan de racionamiento “temporal” y reconoció que el sistema eléctrico continuaba enfrentando dificultades. Inicialmente el racionamiento incluyó a Caracas. Pero tras la medida, las protestas comenzaron y Hugo Rafael no tuvo más alternativa que excluirla de sus planes. El fantasma del “Caracazo” le generó fríos súbitos en todo el cuerpo.

El problema se mantuvo con variada intensidad a lo largo de toda la gestión de Hugo Chávez y continuó durante el gobierno de Maduro. Ello se hizo notar el 5 de marzo de 2018, una fecha especial para la revolución. Ese día un apagón eléctrico afectó varios estados del centro de Venezuela, ensombreciendo los actos de conmemoración del quinto aniversario de la muerte de Hugo Chávez. El Distrito Capital, Miranda y Vargas fueron las zonas más perjudicadas; y en el caso de Caracas, la falla afectó puntos neurálgicos de la ciudad, tales como la Candelaria, Chacao, El Paraíso, Los Palos Grandes y Sabana Grande.

De allí en adelante, en todos los centros poblados del país la situación se estuvo repitiendo con mayor o menor intensidad, hasta que finalmente alcanzó la condición de colapso total. Ahora detentamos el desgraciado honor de ser el país que ha sufrido la paralización eléctrica más grande de América.

@EddyReyesT


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