Todo el mundo habla del riesgo que representa que el régimen no cumpla con sus compromisos con la banca internacional, a la que por cierto habían  pagado constante y sonante en cada fecha, al menos eso habían dejado saber hasta el anuncio de reestructuración de la deuda anunciado hace días. Pero de lo que nadie habla, por cansancio o naturalización, prefiero pensar que por cansancio, es del default social. La enorme deuda que incumplen todos los días los captores  del poder con millones de venezolanos, hoy rehenes de una enorme crisis humanitaria.

Yo les confieso que no pienso en la banca internacional ni en los tenedores de bonos cuando escucho: “Nos quedamos sin plata”. Sus acuerdos deben ser honrados, sin duda, pero pienso sobre todo en quienes no tienen la oportunidad de ser recibidos en Miraflores con alfombra roja y comisión especialmente instalada, pienso en los que claman por su  derecho de seguir viviendo.

Hay quienes dicen que no pagar afuera agravaría la situación interna, la respuesta es que hace mucho este sistema entendió que era posible seguir al mando aun cuando las necesidades más básicas de la población no fueran cubiertas. Entrando o no plata al país, su prioridad es solo mantener sus privilegios y acumular poder. Lo poco que se escapa  del crimen de la corrupción es utilizado para generar premios o castigos entre quienes los apoyan y quienes los adversan.

Nadie vivirá bien, solo la élite, pero quienes dentro del pueblo sean leales recibirán lo poco que los otros no reciben por rebeldes: acceso a comprar la caja CLAP y hasta un bono de 6 dólares (500.000 bolívares) que para quien el hambre es el común denominador no le caen nada mal. Como lo dijo una vez un triste célebre dirigente del PSUV: “Mientras más pobres más leales”.

Pero el drama del hambre se queda corto cuando nos vamos al drama de la salud. Miles de personas cuya posibilidad de seguir viviendo depende de un medicamento que no consiguen, esta semana fuimos testigos de dos nuevos crímenes que se hicieron conocidos por sus nombres, pero es algo que pasa todos los días y no genera ni lástima en quienes nos desgobiernan.

La realidad de un país que pretende ser silenciada con leyes y amenazas de cárcel. Es la obra de un modelo llamado socialismo en el que la vida tiene menos valor que el dinero.

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@Brianfincheltub


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