Parte I

“En este escenario no sabía qué ocurriría. He visto a mucha gente que me odiaba y no sabía qué pensar sobre eso, pero supongo que a ustedes también los odiaba. Pero durante el combate he visto muchos cambios positivos de parte y parte.  Aquí habían dos hombres confrontándose, pero dos es mejor que millones de seres humanos… lo que intento decir es que si yo puedo cambiar y ustedes también lo hicieron…todos podemos cambiar”. (1) 

Respetados señores que representan la autoridad del Poder Ejecutivo y Poder Legislativo según la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, se les exhorta a que debatan públicamente acerca de la problemática nacional y la forma civilizada de resolver favorablemente. Y todos como ciudadanos integrales sigamos el mensaje orientador de Juan Pablo II, “el Papa amigo”, cuando vino a Venezuela en febrero de los años 1985 y 1996 respectivamente, en momentos en los que se vislumbraba el agravamiento de la crisis:

“…todos unidos, celebraremos nuestra fe común en Cristo Salvador, para luego proyectarla como fuerza de renovación y entusiasmo en la vida y en la problemática concreta de la sociedad”. “Vengo a la tierra de Simón Bolívar, cuyo anhelo fue construir en este continente una gran nación…”. “Con el estudio y el trabajo, con la participación activa en la vida política, económica, social y cultural, estáis llamados a ser la aurora de una nueva Venezuela, en la que, superando toda forma de injusticia, se reconozca el trabajo y el esfuerzo, y se promueva «el bien común, como bien de todos los hombres y de todo el hombre”.

Parte II

Personalmente certifico y suscribo este mensaje que proviene del reclamo popular: “Salir a la calle a medianoche y a oscuras con un hijo enfermo  a buscar al vecino para que te lleve pero te dice que el carro no tiene gasolina, entonces te toca ir  caminando con tu hijo al hospital peligrando la vida con la delincuencia; cuando llegas al hospital no hay ni una aguja y la medicina supera los 100.000 bolívares pero solo recibes un salario de 18.000 bolívares mensuales. ¿Cómo llamas a eso? ¿Es o no crisis humanitaria?

El padecimiento complejo de carácter humanitario de los venezolanos por supuesto que requiere de una ayuda humanitaria en alimentos, medicinas y atención médica, que de forma organizada y cumpliendo con los respectivos protocolos establecidos internacionalmente llegue de forma efectiva a la población más necesitada, que también de acuerdo con la sabiduría popular solo seis personas son las que incluye: “Yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos”.

Pero lo fundamental es que se fortalezca la economía real y se frene la inflación que es el “enemigo público número uno”, el cual impide que el salario de los trabajadores pueda  pagar por los alimentos y servicios médicos que requiere; por lo que se exige que se active de inmediato un “Plan Integral de Reconstrucción” (PIRU) que en esencia se base en:

 i) La autocrítica sincera y conocimiento pleno de su realidad;  ii) La fortaleza de sus instituciones e independencia de los poderes públicos; iii) La legitimidad y credibilidad de sus gobernantes o representantes; iv) La consolidación de la meritocracia y del sistema de valores morales y éticos; v) La responsabilidad de los funcionarios del Estado y sociedad en general; vi) La vocación para el trabajo y dedicación al estudio; vii) La aplicación de políticas coherentes en todas las dimensiones de la sociedad; viii) El consenso para diversificar e incrementar la productividad como sustento de mejores remuneraciones; ix) La inversión social (educación, salud, seguridad, etc.) prioritaria ante los gastos militares; x) El aporte o apoyo financiero externo.

Por contraste, nuestra adversidad que se plasma gravemente en la dimensión humana, que tiene profundas raíces estructurales desde tiempos históricos, no se resuelve con mostrarle al mundo el poder de convocatoria que tienen los políticos para realizar conciertos y movilizar personas a favor de la libertad y la paz, ni tampoco con armar el alboroto coyuntural, temporal  y mediático  de distribuir “bolsas de alimentos o medicinas” ante la evidente e imperiosa necesidad que efectivamente se tiene al respecto. Y menos aún podrá encontrarse una solución realmente duradera, si en definitiva se impone el patrocinio y el equivocado convencimiento, que “humanizando” invasiones militares y confrontaciones bélicas se encontrará la  “paz”, la “libertad” y el “vivir felices como éramos antes”.

Sin embargo, en el consecuente y posible escenario de guerra en el cual puede desembocar la conflictividad política irracional por parte de factores nacionales e internacionales saldrán afectadas no solamente la población venezolana, sino la de la región y el mundo entero, debido a los  efectos directos, indirectos y colaterales que se derivarían.

(1) Discurso final de la película Rocky IV (1985).

Fuente: “Perspectiva Económica y Académica Contemporánea”. UNET. Años: 2018-2019.

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@tipsaldia


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