Para aquellos que se limitan a conocer sólo el tiempo que les ha tocado vivir, es de particular relevancia que concienticen que las guerras y las revoluciones no son fenómenos nuevos; ambas son antiguas, aunque no tanto como el inicio de la vida de los seres humanos en este planeta. Las dos han estado presentes, de una u otra forma, a lo largo de muchos siglos, bien sea como revolución o como contrarrevolución. De esa terrible realidad no hemos podido escapar por una razón muy particular: la violencia es una especie de común denominador de ambas (la revolución y la contrarrevolución).

Nos guste o no, los seres humanos se han movido siempre de un extremo a otro. Con la desquiciante revolución bonita, Venezuela retrocedió enormemente; a las nuevas generaciones les corresponde entonces dar vuelta a la tuerca y, además, dar inicio al buen orden y disposición de las cosas.

En su tiempo, Aristóteles reconoció la importancia de lo que hoy calificamos como “motivación económica”, esto es, el derrocamiento del gobierno a manos de los ricos y el establecimiento de una oligarquía o el derrocamiento del gobierno conducido por los pobres y el establecimiento de una democracia.

Pero centrémonos en lo que nos incumbe. Se quiera o no, la extrema pobreza a la que la revolución bonita ha llevado a Venezuela y su gente ha sido peor que la muerte misma. De ahí deriva, en gran parte, la escandalosa emigración que sufrimos desde hace varios años. Mas es inevitable que la oscuridad de la noche abra paso a la luz del amanecer. Es así como se puede explicar que haya surgido en muchos compatriotas el sentimiento de que, en una pequeña escala, el nuevo amanecer ya empezó a brillar en el país.

Si los tiros vienen por ahí, sólo una persona que posea el don de la sabiduría, sea bondadosa y tenga siempre un comportamiento recto, está en condiciones de ejercer el poder por un largo período de tiempo. Pero justo es decirlo, esa figura no ha hecho acto de presencia en esta tierra tropical. Si estuvieran vivos, eso último lo podrían corroborar dos dictadores nefastos: Fidel Castro y su pupilo Hugo Chávez.

Pero dejemos las revoluciones de corte político a un lado y ocupémonos del tipo de posturas a la que alude la segunda parte del titular de nuestro artículo de hoy: “…hallar la solución a los problemas”. Esa acción, a la que queremos referirnos ahora, se llama Fundana. Se trata de una organización sin fines de lucro, que se ocupa de procurar mejoras a los niños desvalidos con propósito de sacarlos de la extrema pobreza. Esta prodigiosa organización cuenta con el apoyo de un maravilloso grupo de personas que se dedica a cambiar el destino de niños y familias en riesgo.

Debo confesar que desconocía por completo la extraordinaria actividad que esa entidad lleva a cabo desde hace años. Tuve la suerte de acompañar a un amigo muy cercano a la subasta de obras de arte que el pasado domingo se llevó a cabo en Caracas, cuyo principal objetivo fue recabar fondos para ser destinados a recuperar y apoyar a niños venezolanos que se hallan en situación de penuria o abandono.

La buena disposición de los artistas venezolanos, unos de renombre y otros no tan conocidos, se hizo presente y el desembarazo del público comprador se manifestó con esplendor. Durante el largo rato que estuve presente, se vendieron todas las obras que salieron en subasta. Aunque no tuve posibilidad de indagar directamente con los organizadores muchos buenos detalles del evento, salí de allí con gran contentura por lo mucho que se puede hacer en pro de los niños desamparados.

Este tipo de acción debe contar con el apoyo de los venezolanos que están en condiciones de hacerlo y también con el respaldo de la revolución, si es que quieren que ella tenga “un punto” de bonita.

@EddyReyesT

 

 

 


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!