Ya a estas alturas es muy clara la intención del gobierno de Maduro: mantenerse en el poder como sea; han asumido cualquier costo político, social y económico con tal de seguir gobernando sí o sí. Asesinaron a cientos de venezolanos, se burlaron de forma reiterada de la comunidad internacional, y han sido indolentes con la crisis social y económica que padecemos. Simplemente no quieren la democracia, punto.

Pero es importante, creo yo, diferenciar entre responsables y culpables. No es una distinción semántica, sino más bien “separar la paja del grano”, ya que frente al estado de caos y resignación que vivimos es muy común escuchar frases como “el gobierno y la oposición son la misma cosa”, “ellos son los responsables”, “la MUD es la responsable de todo lo que pasa por permitir que gobierno siga en el poder”.

Hablar de responsables y culpables en Venezuela también es oportuno en medio del influjo de opiniones, artículos y reflexiones que se escuchan y leen en redes sociales y portales informativos, pues a mi juicio también se incurre en la equivocación de “meter a todos en el mismo saco” como los artífices de la devastación en Venezuela. Eso no es cierto: hay culpables y responsables.

Hablemos de los culpables.

La inflación; la ola de inmigrantes venezolanos hacia otras partes del mundo; el hambre; la ausencia de medicamentos; la criminalidad; la precariedad de nuestros hospitales; el colapso de la industria petrolera y siderúrgica; el desabastecimiento de alimentos; las continuas fallas eléctricas; el hacinamiento de las cárceles; que no quepa menor duda: los culpables son quienes han gobernado durante 20 años en Venezuela; es el chavismo.

También son culpables de la crisis de gobernabilidad, pues también bloquearon –porque sí, porque les dio la gana–, toda iniciativa de cambio político de forma pacífica y constitucional. Es decir, son ellos, y solo ellos, los culpables.

Ahora, frente a los culpables de la devastación y empobrecimiento de Venezuela generado por el chavismo ha debido existir una alternativa, un discurso político más allá de lo electoral capaz de concretar un gobierno democrático para Venezuela. Ahí es cuando hablamos de responsables, y lamentablemente, los partidos políticos venezolanos no han sido capaces de darle direccionalidad a esa intención de cambio.

Aun cuando propusieron y agotaron las vías institucionales para lograr un cambio de gobierno en Venezuela –porque sí lo hicieron y hay que reconocerlo–, la política trasciende a las instituciones y eventos electorales. Y cuando el gobierno de Venezuela decidió simplemente desechar la vía electoral, terreno en el que la oposición había obtenido importantes victorias, no hubo direccionalidad en cómo asumir la posibilidad de un cambio político por una vía distinta a la de las urnas.

Es cierto que el gobierno ha sido despiadado, sádico, inescrupuloso con tal de mantenerse en el poder, y que muchos dirigentes de oposición han sido torturados, perseguidos y exiliados, es verdad. Pero no es menos cierto que la Mesa de Unidad Democrática ha mostrado fisuras visibles y actuado sin coordinación –por decir lo menos– al momento de plantear un plan de acción más allá de lo electoral.

Hoy, a poco menos de un mes para las elecciones del 20 de mayo, todavía no se le ha dibujado al país la ruta clara que se va a seguir frente a la no asistencia a las elecciones presidenciales. A poco menos de un mes para las elecciones del 20 de mayo…

Actualmente Venezuela es un país destruido, sobre cuya población se ejerce un control social cada vez más férreo, un gobierno cada vez más culpable y una dirigencia de partidos que no sabe cómo asumir la responsabilidad de concretar un cambio político en Venezuela.

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@jaimemerrick


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