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«Es difícil derrotar a quien nunca se rinde». Babe Ruth 

En Argelia, Abdelaziz Bouteflika, tras 20 años a la cabeza del gobierno, anunció su dimisión. Electo en 1999, ya no aspirará a un quinto mandato, ni prolongará el cuarto que habría de terminar este 28 de abril.

Desde el 22 de febrero el pueblo argelino retomó las calles en protesta contra las intenciones de Bouteflika de literalmente “morir” aferrado al poder. Aunque ya, en el marco de la llamada Primavera Árabe, había mostrado su descontento por el continuismo de un presidente septuagenario y enfermo, nada como esta vez, que algunos catalogan como el “movimiento más grande desde la independencia”.

Cada viernes, marchan en las calles del territorio argelino cientos de miles de personas de todas las edades, pero, sobre todo, adultos jóvenes, criados en los coletazos de la Década Negra de los noventa y hoy principales víctimas del desempleo. Los demás días se mantiene el impulso de la lucha con concentraciones y marchas sectoriales (por gremios), lo que da una idea de la importancia de la economía entre los factores detonantes de la arremetida popular.

Esta dimisión es una primera victoria. Pero, como señalan Akram Belkaïd y Lakhdar Benchiba (Le Monde Diplomatique, abril, 2019), las protestas apuntan a derribar todo su corrupto entorno, del que son figuras descollantes los hermanos Saïd et Nacer BouteflikaSe sueña con el fin del régimen y el advenimiento de una segunda República, con todo y nueva Constitución.

Interesante la posición asumida por las fuerzas del orden, las cuales, casi desde el principio, se mostraron sorprendentemente conciliadoras. Interesante porque desde el triunfo sobre los islamistas a finales de los noventa, se dice que son los militares quienes manejan los hilos del poder de esta “seudodemocracia del norte de África”. En realidad, Bouteflika ha estado prácticamente ausente desde que sufriera un accidente cardiovascular en 2013.

La forma que asumirá la transición no está clara. Según la Constitución, el presidente de la Cámara Alta de la legislatura pasa a encabezar el gobierno nacional por 90 días mientras se organizan nuevas elecciones, que algunos dudan sean verdaderamente libres. Por eso, el pueblo empoderado se mantiene firme en sus demandas de cambio. La sociedad musulmana y el mundo aguardan expectantes el desenlace de este nuevo capítulo de “resistencia civil” que, sin duda, tendrá un impacto importante en la región, conocida por sus regímenes autocráticos.

Visualizar el acontecer de las relaciones internacionales como el producto de la acción no solo de los Estados, sino de muchos otros actores, incluidos los individuos, en el marco de sistemas culturales, de las organizaciones sociales y de las épocas históricas, resalta el hecho de su singularidad. Cada caso es diferente y sin embargo es posible señalar que, en general, el “poder de la gente” expresado en los movimientos de “resistencia civil”, autodefinidos como no violentos, está moldeando sociedades y gobiernos en los cuatro puntos del globo con un porcentaje de éxito que dobla el de los movimientos violentos.

Según una reconocida base de datos de la Universidad de Denver, para 2015 las cifras eran de 30% de éxito de los movimientos no violentos contra 15% de los movimientos violentos.

Venezuela marchó otra vez su dignidad en las calles este 6 de abril con entusiasmo y valor, a pesar de las múltiples amenazas puestas a “rodar” desde Miraflores. Llevamos años marchando. Algunos piensan que no ha servido de nada. No es cierto. Tenemos presidente interino y el apoyo del mundo democrático. “No les pido paciencia”, dijo Guaidó; “les pido organización”. Organicémonos pues, rumbo a la Operación Libertad.

Ánimo, hermanos aguerridos del Zulia y los Andes, de lejos, los más golpeados por el colapso de los servicios públicos en el marco de la emergencia humanitaria. La luz en nosotros, corazón, fuego y espuela. Venceremos, está escrito. Difícil derrotar a quien nunca se rinde.

@mariagab2016


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