No me cabe la menor duda de que después de 20 años en que el chavismo-madurismo ha estado jugando con nuestras vidas cual “video game”, la semana pasada apareció en sus pantallas la famosa frase que dice: “Game over”. El usurpador golpea el teclado anhelando más tiempo para seguir con sus juegos de simulación de utopías. Manda a llamar a sus técnicos pero estos nada pueden hacer. “¡Llamen a los rusos!”, grita, pero no responden salvo un frío: “Pague lo que nos debe”. “This is the end”, canta la banda The Doors.

A pesar de esta realidad pareciera que el sueño esperado por los demócratas y por todos los hombres de buena voluntad que anhelan vivir en un país normal se demora. Es tal nuestro deseo de libertad; son tantos los años de espera en medio del sufrimiento en especial de los que han perdido a sus familiares por la acción de los cuerpos represivos, por la destrucción del sistema de salud o por no combatir la delincuencia, que saber que el juego ha terminado pero el perdedor no quiere aceptarlo y se aferra a la cancha, a los mandos, al espacio; es natural que ya no queramos seguir esperando más. Y tememos por la enseñanza del coro del Himno Nacional. ¡No puede ser! Si nuestra historia ha sido la resistencia no hay razones para desesperar en la víspera. Seguir aferrados al sueño y animar la lucha sin descanso hasta lograr la gran meta es nuestro deber republicano ¡y de humanidad!

¿Cuáles son las posibles acciones de la oligarquía chavista en estos momentos? Considero que volver con la vieja táctica de culpar al líder de los demócratas de lo que son las consecuencias de sus acciones: por un lado ante el pueblo debido al empeoramiento de la crisis humanitaria ante las nuevas sanciones petroleras, y por el otro tratando de influir a lo interno de la oposición mostrándolo como moderado o débil de manera que se anime a los radicales a promover una nueva división. Y si no queda otra que entregar, quitarle toda posibilidad a los que consideran “sus enemigos” para que no podamos recuperarnos como sociedad y ellos retornen en un futuro al poseer recursos para hacer campañas electorales. ¿Qué hacer? Creo que hay que generar la crisis que lleve a las rupturas internas del régimen y quizás todo lo relativo a la ayuda humanitaria, cuyo objetivo fundamental es proteger a los más vulnerables ante la destrucción de la salud y la alimentación que genera el modelo socialista, pueda –sin ser su meta– servir para ello. Porque el estilo político que fundó el difunto, basado en sus claras condiciones de proyecto totalitario, prohibía no solo que la oposición hiciera política sino que cualquier persona que no fuera parte de su Estado-partido pudiera hacer el bien a la gente. La gente, entonces, debe saber CON HECHOS que el gobierno democrático tiene como prioridad salvar las vidas de su pueblo.

Aunque no haya cesado la usurpación se ha iniciado la transición a la democracia. Es inevitable recordar la que empezó hace exactamente 20 años pero en el sentido contrario: de la democracia al sistema chavista. En aquel entonces se percibía el cambio, al igual que ahora, pero con la gran diferencia que hoy hay un hartazgo generalizado. Desde 1998 siempre hubo 40 % de la población que rechazó y resistió la instalación del proyecto con intenciones totalitarias. Hoy la esperanza es generalizada y supera 80%, lo cual me hace pensar que ante las presiones debidas llegará un momento que los únicos que sostienen esto (los militares) tácitamente pensarán y actuarán ante esta realidad como algo inevitable. La actitud (amabilidad, empatía, simpatía) de los policías en la marcha-concentración por la ayuda humanitaria del sábado 2 de febrero pasado muestra claramente un cambio, siendo el mejor ejemplo las palabras del jefe de la PNB en Lara. Para ello debemos seguir unidos y activos bajo el liderazgo de la Asamblea Nacional y el presidente encargado, sin escuchar ¡y mucho menos servir como repetidor! de todas las mentiras que nos mandan los laboratorios del régimen y jamás rechazar al que se cambia de bando sino todo lo contrario: abrazarlos. De esa forma estaremos iniciando la necesaria reconciliación nacional. Dios quiera que nuestro espíritu fiestero anime a las fuerzas represivas a no querer perderse o echar a perder el bonche del fin de esta tragedia.

Y si hay dudas, a pesar de los argumentos que la historia nos ofrece, no olvides las palabras del gran Thomas Paine (1737 – 1809): “Estos son tiempos que ponen a prueba el alma de los hombres. El soldado en verano y el patriota en tiempos tranquilos se abstendrán en esta crisis de prestar servicios a su país; pero el que puede resistir ahora merece el amor y el agradecimiento de hombres y mujeres. La tiranía, como el infierno, no es fácil de vencer; pero tenemos este consuelo: que cuanto más duro es el conflicto tanto más glorioso es el triunfo. Lo que nos cuesta poco, lo estimamos también en poco: es solo lo que nos cuesta lo que da a cada cosa su valor. El Cielo sabe cómo poner un justo precio a sus bienes; y sería extraño, en verdad, que un artículo tan celestial como la Libertad no fuese altamente valorado”.


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