“Una cleptocracia ligada a los peores y más sucios negocios. Maduro ha conseguido algo que parecía imposible: destruir un país como Venezuela en un lapso tan reducido, pero lo hizo, lo ha destruido institucionalmente, ha destruido la seguridad. Las muertes en Caracas son del mismo porcentaje que de la peor época de Damasco en plena guerra siria”. Felipe González, ex presidente de España.

Es inevitable dedicarle unas líneas a lo acontecido el pasado martes 30 de abril, cuando el presidente encargado Juan Guaidó acompañado de Leopoldo López se presentaron en horas muy peculiares en este tipo de acontecimientos militares; en esta oportunidad en el distribuidor de Altamira, en las inmediaciones de la base Generalísimo Francisco de Miranda en La Carlota. Evidentemente que la presencia de Leopoldo López, quien llevaba años custodiado por el Sebin, nos lleva a sacar una serie de conclusiones. No todas ellas atinadas, como suele suceder en este tipo de culminaciones basadas en suposiciones. No hay dudas, sin embargo, de que su presencia en la calle esa mañana fue impactante. Puso de relieve indiscutible la conchupancia de la policía política con los que reclamaban el retorno de la libertad y la democracia en el país, aquello parecía una función surrealista, un régimen que alardeaba de la cohesión de sus fuerzas quedó por los suelos    

No creo que ese hecho del 30 del mes pasado a pesar de no lograr el objetivo final, que era la salida del poder de Nicolás Maduro, resultara una acción condenable; dañina para las fuerzas democráticas ni para la credibilidad que los venezolanos y la comunidad internacional que tienen puesta en el joven dirigente Juan Guaidó las esperanzas de un final deseado por 90% de los venezolanos. Para nada. Ciertamente no se produjo el apoyo esperado de la sociedad civil, que no asistió a la convocatoria hecha esa mañana. Pero no se debe dejar de lado que esos acaecimientos son manejados con mucho secretismo, razón por la que no hubo una preparación previa de apoyo. Lo que ciertamente no se produjo fue el respaldo militar a quien le hicieron el llamado para avanzar hacia un gobierno de transición.   Pero, asimismo, llamó poderosamente la atención que no se dio un solo acto en el país en respaldo al régimen del usurpador.   

De manera que ese acto de sublevación para dar el ansiado salto de la usurpación a la transición fue más que todo enfocado en las fuerzas militares que aún quedan por cuadrar. El resultado, me refiero al apoyo militar, no fue significativo, más bien muy débil, sumamente frágil, esa es la realidad. Pero tampoco los verde oliva salieron en persecución de aquellos dirigentes políticos que clamaban por un cambio de gobierno a pocos metros  de ellos, prácticamente en sus narices. Es decir, tan significativo fue no sumarse al llamado democrático, como no proceder en contra de ellos. Es evidente que se incrementó la desconfianza del régimen en la Fuerza Armada que hasta ese día se creía fiel a Maduro y su régimen. Del mismo modo sucede con el Sebin, la policía política que le abre las puertas de su habitación sin guardar las apariencias.. Es por ello que, hasta ahora, el único deslastrado fue el general de división Manuel Cristopher Figuera, cuestión  que se produjo sin ningún sobresalto, En ese sentido, debe tomarse en consideración la respuesta positiva y el apoyo que le ratifica toda la comunidad internacional y de manera muy especial Estados Unidos al presidente (e) venezolano, donde se puede colegir que estuvo de acuerdo con lo  acontecido y los resultados de los hechos de ese 30 de abril.

Para finalizar, la oposición debe ser menos temeraria y más atrevida en otros casos. Un país sin electricidad, sin agua, sin gas, sin nada, tiene derecho de pedir ayuda y no esperar que salga un filántropo internacional a ofrecernos lo que es evidente y tengamos que pensar como un dilema intrincado si aceptamos o no. Entonces, medir mejor los últimos pasos de ahora en adelante con mayor minuciosidad. No taparse los oídos cuando escuche las voces de auxilio de los compatriotas que no soportan más las cucharadas de paciencia que a cada rato le dan a tomar…

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