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Carlos Cruz-Diez, Induction Chromatique Vitral de Otazu, 2013. Photo: Cortesía de Bodegas Otazu

La unión del arte y la enología, eso es lo que las Bodegas Otazu presenta este año con la edición limitada de Vitral de Otazu, exhibiendo en su etiqueta una Induction Chromatique, obra original del artista cinético Carlos Cruz-Diez. Vitral de Otazu (2013), es el ícono de los vinos de las Bodegas Otazu en Navarra, España.

Vitral de Otazu, que se situó en 2003 en el número 94/100 de la puntuación internacional Parker (Wine Advocate), está compuesto de una mezcla de las cepas cabernet sauvignon y tempranillo, envejecido 18 meses en barricas de roble y 40 meses en botella. El resultado presenta irisados matices de color, aroma peculiar y hondura en su gusto, debido a las especiales condiciones orográficas y climáticas del señorío de Otazu donde se encuentra enclavado el viñedo. Es una región ligada cultural e históricamente al vino territorial desde la época en que el rey Carlos III de Navarra (1387-1425), llamado “el Noble”, se paseaba por esos lares para deleitarse con los tempranillos que se dan en esa zona.

El singular microclima del terroir del señorío de Otazu otorga a sus vinos unas cualidades extraordinarias y son el distintivo de sus viñedos, que cuentan con el reconocimiento geográfico y de calidad Denominación de Origen Protegida Pago de Otazu. La denominación de Pago es la máxima categoría que puede obtener un viñedo en España, superior a la Denominación de Origen Calificada.

Carlos Cruz-Diez, París, 2017 © Atelier Cruz-Diez Paris. Photo: Lisa Preud’homme

Otra cepa excepcional que se ha unido a este vino es Carlos Cruz-Diez (1923), destacada figura del arte contemporáneo. Sus obras óptico-cinéticas se encuentran en las colecciones permanentes de instituciones como el Museum of Modern Art (MoMa), Nueva York; la Tate Modern, Londres; el Musée d’Art Moderne de la Ville de París, el Centre Pompidou; el Museum of Fine Arts, Houston, y el Wallraf-Richartz Museum, Colonia. El artista vive y trabaja en París desde 1960.

En la conversación que sostuvimos con el artista en su taller de París, le preguntamos sobre el diseño de la etiqueta para este vino excepcional.

—Háblenos del diseño en la etiqueta de Vitral de Otazu. 

—Cuando Bodegas Otazu me contactó en 2013 para que los acompañara en esta iniciativa, me decidí por una Induction Chromatique para caracterizar lo especial de la edición limitada de este emblemático vino. El que observe la etiqueta podrá recrearse con las gamas cromáticas que aparecen y desaparecen, dependiendo de la dirección e intensidad de la fuente luminosa y del ángulo y distancia de observación de la botella. Los colores que aparecen tienen una existencia virtual, sin embargo, son tan reales como los pigmentos utilizados en la impresión.

Catedral del vino, sala de barricas Bodega Otazu, Navarra, España. Photo: Cortesía de Bodegas Otazu

—¿Por qué las líneas?

—Desde mis primeros experimentos sobre el comportamiento del color, logré efectos de postimagen con gran precisión mediante la utilización de líneasLa línea no es un elemento estético en mi trabajo, es el medio más eficaz que pude encontrar para multiplicar las zonas críticas de visión entre dos planos de color. Es así como puedo generar nuevas e inestables gamas cromáticas, lo cual no impide que el resultado sea un hecho expresivo, comunicativo y sensible.

¿Quiere decir que el efecto que usted logra en sus obras expuestas en un museo o en una galería, lo reproduce también en la etiqueta de una botella?

—En mis obras el color flota virtualmente fuera del soporte que las contiene. Lo que aparenta ser una forma es, en realidad, una sucesión programada de líneas paralelas que por acumulación generan espacios de colores cambiantes y virtuales que no han sido aplicados físicamente, es el color surgiendo del plano al espacio. Las superficies que concibo para este propósito crean un espectáculo cromático de transfiguración que es independiente de la forma que lo contiene. El concepto y efectos de una Induction Chromatique puede ser observado en una pieza de grandes dimensiones o en esta etiqueta de apenas centímetros.

El maestro Cruz-Diez inspeccionando las primeras etiquetas. Photo: Cortesía de Bodegas Otazu.

Desde 2009 Bodega Otazu es una de las 14 bodegas en España que cuenta con el reconocimiento de calidad de Vino de Pago, máxima categoría que puede obtener un viñedo y que permite elaborar vinos bajo su propia Denominación de Origen Protegida Pago de Otazu.

Los vinos de Pago están ligados a una única bodega que recibe este distintivo no solo por sus peculiares cualidades microclimáticas o las características propias de sus suelos, que la diferencian y la distinguen de otras de su entorno, sino además por el hecho de que usan solo uva propia para dar lugar a vinos personales con una clara constancia de calidad en el tiempo. Bajo este esquema, los vinos producidos en bodegas con DOP Pago están situados en lo más alto en cuanto a calidad y garantía al consumidor, equivalente al Grand Cru Classé en Francia.

Guillermo Penso Blanco, director general de Otazu, nos comenta que el proyecto Vitral Otazu es el resultado de varios años de trabajo en conjunto entre Bodega Otazu y Articruz, el taller de Carlos Cruz-Diez en Panamá: “El artista realizó los diseños de 30 obras diferentes, con armonías de colores distintas, que acompañarán las 30 añadas del Vitral, desde la primera, en 2013, hasta la última en el año 2042. El arte del vino y el arte del color se unieron para crear una experiencia única en cada botella”, expresó.

Bodegas Otazu, fue elegida en 2012 como uno de los proyectos vitivinícolas más singulares a escala mundial que conjugan arquitectura, naturaleza, arte y vino.

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