- Cierre de las salidas electorales. Las autoridades suspenden los procesos electorales regionales y municipales sin explicación alguna. Se abren nuevos procesos electorales no previstos en los cronogramas electorales destinados a crear condiciones para que los gobernantes se perpetúen en el poder y desde allí extingan a los opositores.
- Asesinato de manifestantes. Hay asesinatos selectivos de manifestantes con el objeto de generar miedo entre quienes protestan. Todas las marchas terminan con violencia, bien sea propia o inducida pero siempre con muertos y heridos. Las cifras van creciendo sistemáticamente con el tiempo. La muerte se convierte en cotidiana.
- Crisis económica severa. Existencia de una alta tasa de desempleo o de subempleo. Inflación devastadora que hace imposible cubrir los gastos de alimentación, transporte, vivienda, servicios, recreación y salud. Presencia de fenómenos altos de escasez en productos básicos como leche, pan, proteínas, frutas y verduras. Imposibilidad de cubrir gastos de zapatos y vestidos. Cierre de empresas. Disminución en la producción de alimentos. Deterioro de los servicios públicos.
- Pérdida del equilibrio de los poderes públicos. El Poder Ejecutivo con el apoyo de las fuerzas armadas y fuerzas policiales impone su presencia y fuerza decisoria en contra de los otros poderes. Pérdida de representación del pueblo por el desconocimiento del Poder Legislativo o del Poder Judicial. El Poder Judicial o el Poder Legislativo renuncian a su función constitucional y actúan abiertamente como organismos subalternos de Poder Ejecutivo.
- Crisis de seguridad severa. Aumenta la criminalidad en forma alarmante. Asesinatos, robos y secuestros generalizados. Las fuerzas policiales se dedican a reprimir a la población y se ideologizan severamente. Contingentes cada vez mayores de funcionarios de seguridad ciudadana son usados como escoltas. Tardanza en las investigaciones y sentencias de los crímenes. Crisis carcelaria caracterizada por la pérdida de control público en las penitenciarias.
- Corrupción generalizada. Sensación nacional e internacional que existe una corrupción masiva en el gobierno. Los organismos de control nacional son usados fundamentalmente para inhabitar y amenazar a los funcionarios opositores, a alcaldes, concejales, diputados y gobernadores. Escándalos mundiales que involucran a metrópolis y otros países en donde se llevan a cabo investigaciones muy serias y no así en metrópolis.
- División ideológica. El país se divide por razones políticas entre modelos sociales. Se adoptan posiciones que son irreconciliables. Se fomenta el odio racial, político, social, religioso o cultural. Se cancelan todos los procesos de diálogo y negociación.
- Aferramiento al poder. Quienes detentan el poder se aferran al mismo sin importar forma ni fondo. Sostenimiento de un sistema de privilegios absolutamente asimétricos. Uso de la fuerza militar o policial y aparición de grupos paramilitares. Abolición del principio democrático de la alternabilidad.
- Temor a la venganza. Quienes desde el poder han cometido delitos contra las personas, los bienes, los derechos humanos, contra el Estado y su Constitución tienen una visión de su propia vida, sus bienes y familiares como objetivos futuros de una cacería implacable por parte de quienes fueron sus víctimas.
- Fractura del sistema jurídico. Los tribunales de justicia no operan con equilibrio y con ecuanimidad. Sus sentencias tienden a favorecer a una sola parte del conflicto social. Los altos jueces o funcionarios como el fiscal, el contralor o el defensor son víctimas de ataques sin misericordia alguna por parte del Poder Ejecutivo en caso de abandonar el apoyo incondicional a los pareceres y designios de quienes detentan el poder político.
- Presos políticos. Los opositores son detenidos con juicios amañados. De dictan largas condenas. Las figuras principales son los primeros en ser arrestados y condenados pero luego el proceso se hace masivo.
- Linchamientos. El desmantelamiento del sistema de justicia. La ausencia de persecución judicial a los criminales asociados al gobierno. La falta de equilibrio de la ley. La frustración y la venganza hacen que los ciudadanos se decidan inconvenientemente por juicios populares y sumarios donde siempre la condena fatal es la decisión. Se toman la ley en sus propias manos y se producen linchamientos que primero son contra criminales y luego contra políticos. Empiezan a operar francotiradores como respuesta oficial.
- Pérdida de valores. Los valores morales y éticos van desapareciendo. La corrupción se hace generalizada. El gobierno hace de criminales sus figuras principales. Las acusaciones de delitos contra figuras del Estado son desconocidas o rechazadas aun en condiciones de plena prueba. La honestidad, el valor del trabajo, la humildad son sustituidos por aberraciones sociales.
- Represión general. Los procesos de represión pasan de esporádicos y selectivos a masivos. Se reprime cualquier manifestación sin importar si sus causas son justas o si son por motivos sociales, laborales, ciudadanos. Simplemente se reprime aumentando los niveles de fuerza gradualmente hasta llegar al uso libre de armas de fuego.
- Desconocimiento de la Constitución. Primero se comienza por interpretaciones sesgadas de la Constitución. Interpretaciones ventajosas para uno de los sectores en pugna, y gradualmente se van aumentando tales desafueros hasta el desconocimiento total.
- Promesas mutuas de aniquilamiento. La fuerza política que quiere alcanzar el poder amenaza a la otra de desalojarla para siempre y aniquilarla por completo, mientras que la otra que detenta el poder se aferra al mismo con toda la fuerza policial y militar con que cuenta, sin olvidar la posibilidad del uso de aparatos civiles paramilitares.
- Radicalismo social. Se pierde toda racionalidad social. Se dividen los grupos amistosos o familiares al tomar cada quien uno de los dos bandos en pugna. Esto afecta todos los órdenes sociales: culturales, deportivos, sociales, académicos etc.
- Uso de términos abstractos para identificar al opositor. Se pierde la identificación de los principales radicales, de los culpables individualizados del conflicto y se sustituyen por palabras genéricas que los identifican de forma ideológica o genérica: Escuálidos, fascistas, terroristas, apátridas, asesinos.
- La jerarquía religiosa toma parte en el conflicto. Las iglesias, las principales del país en donde se da el conflicto toman parte y se identifican con uno de los sectores en pugna con la presencia de disidentes menores aliados al otro sector.
- La jerarquía militar defiende el poder. Toda la estructura militar existente en el país en conflicto se identifica con el poder constituido y defiende sus prerrogativas en forma de creciente violencia. El sector militar analiza si el enfrentamiento social se incrementa y oscila siempre entre la toma del gobierno por ellos mismos o la fractura interna que lleva a un enfrentamiento armado generalizado.
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