I
Electricité d’Haiti, fundada en 1971 y en lo adelante EdH, es la empresa que monopoliza la prestación del servicio de electricidad en el pequeño país, en consecuencia es la equivalente a la Corpoelec de aquí.
En un informe realizado por el Instituto de Energía Sostenible de Boston, fechado en marzo de 2018, titulado «Evaluación del sector eléctrico de Haití» (Assesment of Haiti’s electricity sector) dicho instituto concluye lo siguiente: EdH se encuentra en una situación desesperada, operativa y financieramente. Aunque es un monopolio responsable de la entrega de electricidad en todo el país, solo entre 20% y 40% de los haitianos recibe servicios de electricidad, y prácticamente ninguno obtiene energía confiable las 24 horas del día, los 7 días de la semana (a menos que tengan su propia generación de respaldo). Debido a las «pérdidas» de naturaleza tanto técnica como comercial, EdH recolecta los ingresos de solo alrededor de 20% de la electricidad que vende, lo que los lleva a requerir subsidios cada vez más grandes del gobierno, mismo que se encuentra fiscalmente agotado.
II
El informe «Fomento de la transición efectiva de la energía 2019 (Fostering Effective Energy Transition 2019) forma parte de la iniciativa del Foro Económico Mundial para forjar el futuro de la energía y resume los hallazgos de la segunda edición del Índice de Transición Energética (ITE).
El ITE se basa en la serie del índice de rendimiento de la arquitectura energética (2013-2017) para establecer una base de datos rica en conocimientos que permita a los responsables de la toma de decisiones compararse con sus pares globales, aprender de las mejores prácticas y priorizar las acciones necesarias para respaldar y alentar una transición energética efectiva en los 115 países enumerados en el informe.
El ITE evalúa a esos países sobre la base del rendimiento de su sistema energético y su preparación para la transición energética. Ofrece un marco para que los países diseñen hojas de ruta de transición energética a largo plazo al considerar el desempeño actual del sistema energético y resaltar los habilitadores necesarios que mejoran la preparación de los países para la transición energética.
El índice se compone de dos macro variables: desempeño del sistema y preparación para la transición. El desempeño del sistema se compone, a su vez, de tres variables: sostenibilidad ambiental, seguridad y acceso y, finalmente, desarrollo económico y crecimiento. Por su parte, la puntuación de la transición se traduce en seis variables: capital e inversión, regulación y compromiso político, instituciones y gobierno, infraestructura y entorno empresarial innovador, capital humano y participación del consumidor y, finalmente, estructura del sistema energético.
III
Venezuela es mencionada tres veces en dicho informe: la primera en la Introducción, en el aparte «Seguridad y acceso a la energía». La segunda en la sección 3 titulada «Conclusiones generales», con el siguiente texto: los países rezagados en las clasificaciones demuestran la inercia de los sistemas heredados y la necesidad de un entorno propicio sólido. Según los datos, los países exportadores de combustibles fósiles, como Nigeria, Mozambique y Venezuela, y los países que consumen una cantidad desproporcionada de carbón, incluidos Suráfrica y Mongolia, experimentan grandes desafíos en la transición energética efectiva.
Finalmente, la tercera mención de nuestra destruida Venezuela es en el ranking del índice. De 115 países que están en la lista, Venezuela ocupa el puesto 112, mientras que Haití ocupa el puesto 115, el último. Venezuela exhibe 50% en desempeño del sistema y 27% de preparación para la transición, que es, por cierto, el porcentaje más bajo de los 115 países, pues Haití, el último, exhibe una mejor disposición para la transición con 37%.
La sola existencia del ranking ITE nos indica que la precaria situación de nuestro país en materia energética y particularmente en electricidad es conocida afuera por el mundo informado que lee los trabajos y publicaciones del Foro Económico Mundial. Adicionalmente, uno puede estimar con razonable certeza las perspectivas del sector eléctrico venezolano –y del país en general– si el status quo político permanece sin cambios.