Con descaro que revela agotamiento de la imaginación, el gobierno se lanzó al contrataque con el mamotreto de la guerra cibernética, en olvido de las muchas calamidades y corruptelas sufridas por el sistema eléctrico y los acueductos. No hubo estudios previos. Apenas se estaban terminando de apagar los últimos bombillos, cuando se prendió la mentira.

Algo de explicación o recurso de defensa había que darle a “nuestra” gente. No nos podemos quedar callados, así que se inventa una “guerra de las galaxias” entreverada con el fraseo repetido de las cadenas. La mentira o la verdad son irrelevantes para los seguidores negados y sumisos.

No sé si a este desastre se le pueda llamar triunfo político de la oposición y, si tal lo fuere, su costo se metió ya en la historia como destrozo.

Uno percibe, sin tener mayores informaciones, que Guaidó sigue un programa bien pensado que resulta reforzado por esta tragedia. Tiene un estilo y unas maneras que atraen y crean confianza, en contraste con los ditirambos yoistas de los usurpadores salientes.

Pero algo falta: el lenguaje y símbolos de la oposición se oye también repetitivo y de viejas épocas.

De acuerdo estamos con resumir el curso y propósitos a tres: sacar al usurpador, gobierno de transición y elecciones genuinas. Pero a eso le falta canto y poesía: las marchas y callejeos necesitan unas maneras de decir que expresen esos propósitos, que le pongan color, ritmo y melodía. Esa es una tarea de diseñadores y propagandistas, no de la simple espontaneidad de la gente que, necesitada de cantos nuevos, termina por repetir los viejos. Cosa que no es inocente o inocua. Esto del agua y la luz descubre la ruina en la que estamos y, también, las duras y complejas tareas de reconstruir con otros sentidos. Esto se encuentra repetido con valiosas intenciones y, a pesar del éxodo, en gente y pronunciamientos capaces y comprometidos. Es la pregunta del “día siguiente” que, sin llevar a divisiones, diga que la democracia supone discusión.

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@perroalzao


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