iro y remiro las fotos de Pedro Sánchez en Cuba en total fraternidad con Díaz Canel y me embarga la tristeza ante lo que significa, para esta parte del mundo Caribe, la lenidad frente a la tiranía y el embobamiento ante un gobierno aferrado a las peores fórmulas de dominio de las naciones. Luego, el contraste: el rey Felipe en su suntuosa recepción al presidente chino, como socio de negocios. ¿Será que habrá que gritar de nuevo: “Viva el rey y muera el mal gobierno”?

La impresión que recibe cualquier desprevenido es que Sánchez, quizás en acuerdo y representación secreta de Pablo Iglesias, fue a declarar su admiración al sucesor de Fidel como decimos en Venezuela “rodilla en tierra”, haciendo gala de una postración ostentosa y un acatamiento sin reservas ante el socialismo con el que pretende, ladinamente, embarcar a España sin mirar a los lados, desconociendo la historia del mundo.

Aun omitiendo la forma torcida mediante la cual Sánchez se aposenta en La Moncloa, no deja de asombrar su rápido rasgamiento de vestiduras y su impactante declaración de que “solo él decidirá cuándo se harán nuevas elecciones”. El contubernio con Iglesias ha sido total. Ha tomado las mismas medidas que Maduro en Venezuela: repartir, aumentar sin crecer o mejor dicho decreciendo para, a la larga, destruir la economía. En Venezuela solo queda 12% de las empresas que existían antes del socialismo.

Es desalentador pensar que no basta estar en el primer mundo y ser partícipe como miembro de la Unión Europea del Grupo de los 20, para estar inmunizado contra el populismo, contra la fuerza nostálgica de la antigua Unión Soviética y del consecuente arrodillamiento frente a sus líderes: Mao, Stalin, Pol Pot y pare de contar. Sánchez revuelve la paradoja. Quizás su objetivo es recordarles a los españoles que no pueden estar a la cabeza de los países donde se vive mejor, pues pareciera que hay que sufrir, y para ello la mejor medicina es inyectar dosis letales de socialismo.

Así pues, los españoles que se preparen. El chico malo de Sánchez quiere darles un escarmiento, y para ello basta un botón: conmina a admirar Cuba, y que se haga caso omiso de las pérdidas irreparables sufridas por su pueblo; que se niegue la posibilidad de oír a los disidentes, pues ello podría perturbar a la dirigencia castrista, y, como si fuera poco, que se exalte una ligazón con la suerte del pueblo cubano. Guion al que, dicho sea de paso, pareciera querer adherirse Andrés López Obrador, que ojalá que no resulte otro Pedro Sánchez, por el bien de nuestros hermanos de México.

Sánchez, de la mano con Errejón, está abriendo las puertas del infierno, como declarara Cayetana Álvarez de Toledo ante las infames declaraciones del diputado podemita, el cual aseguró en una entrevista en Chile que en Venezuela se comía tres veces al día, en contraposición a quienes conocen y luchan frente a una situación de pobreza crítica. Cayetana Álvarez de Toledo, ratifica que “Errejón no es un ignorante. Sabe perfectamente lo que pasa. Son ellos los que hacen que la dictadura, el hambre y los niños muertos se prolonguen en el tiempo y exportan este modelo a otros países”.

Para la sociedad iberoamericana ha sido muy largo y costoso comenzar a desprenderse de los mitos, el militarismo, el populismo, la corrupción, el socialismo, el marxismo, transitando un camino tortuoso lleno de idas y venidas, como ocurre en México. Hoy por hoy, detrás de cada individuo sumido en la pobreza en Latinoamérica hay un “Yago” que murmura en su oído que la culpa de su fracaso de vida está en el imperio, en la gente que ha triunfado, en los emprendedores con iniciativas, en el capitalismo, en el mercado, en las transnacionales y, en fin, en todos aquellos que deciden innovar, crear nueva riqueza, transformar las precariedades del trópico en oportunidades para personas que se responsabilizan de sus propios éxitos y fracasos.

En Venezuela la dictadura ha patentado y vendido una supuesta “guerra económica” como culpable del fracaso de su aventura socialista; ofensiva emprendida, según Maduro, por las personas que tienen empresas, los industriales, los comerciantes, el imperio del norte, la Unión Europea, en un afán por esfumar el hecho de que el socialismo ha sido la ruta para la servidumbre y la pobreza en esta región del mundo y en todos los sitios en que se ha intentado imponer. Allí están Lula, Dilma, Ortega, los militares argentinos y la infinidad de dictadores como Somoza, Velazco Alvarado, Chávez, Maduro y toda la caterva de engañadores, muy particularmente, de la gente más humilde.

Por favor, españoles, no nos castiguen con la visión almibarada del socialismo cubano como pretenden Sánchez y Podemos; por el contrario, ayuden a abrir puertas y ventanas para que circulen la libertad y la creatividad en este rincón del mundo. Es por el bien de ustedes y el nuestro.


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