Es por demás comentada la apreciación con respecto a “la civilización china”, entre otros aspectos, de que tiene una historia de más 3.500 años, concluyéndose ser “la más antigua”. Se lee, también, que “los chinitos” desde muy temprano la concibieron, no sabemos si por ilustrados o por la viveza que les tipifica, como “el centro del universo”, pero, además, “la civilización más avanzada”.

Al indagar con relación a la personalidad del chino, apriorísticamente se afirma que son “inaccesibles, atrancados y misteriosos”, pero en criterio de muchos pintan, más bien, “gozosos, amables y hasta complacientes”. En una tipología o en otra, lo cierto es que fueron gobernados por el “Chairman Mao”, quien dirigiera el Partido Comunista desde la fundación en l949 hasta su muerte (1976). Fue, asimismo, “teorizador, estratega militar y poeta”. Sin dudas, una personalidad atípica, por lo que de pronto no pareciera descabellado creer que concuerda con la de sus súbditos. Sin embargo, en la particularidad de China y los chinos ha de tenerse, también, en cuenta, la influencia de otras civilizaciones, entre ellas, las de griegos y romanos con huellas en la denominada “Ruta de la seda”. De hecho, se observa que el rey Ying Zheng se proclamó “Huangdi», emulando a “Augusto emperador”, una manera de que el mundo y los dioses asumieran “una nueva dinastía”. A “Huangdi”, también, conocido como “El Emperador Amarillo”, se atribuye, por cierto, la invención de la cría de gusanos y las técnicas para procesar la seda. (Cardini y Vanoli, La Ruta de la seda, 2022).

En nuestros días, como era lógico esperar, se hace referencia a la “New Silk Road”, débil ya el gusano (Bombyx mori), cuyo proceso natural lo interrumpían para que del capullo se desenredara el hilo. La comercialización ya no se limita a la seda, pues la humanidad ha experimentado profundas transformaciones políticas, religiosas, económicas y de identidades lingüísticas e históricas. “La ruta de la oruga y del capullo” es hoy definitivamente otra. No hay rincón del mundo que en ella no participe y hasta sin darse cuenta.

Es significativo manifestar, sin embargo, que el presidente Xi Jinping, relecto hace apenas días, ha decidido rebautizar la antigua “ruta”, llamándole “One Belt, One Road” con una vertiente marítima y otra terrestre desde Asia Central hasta Europa, conectando con África. Se trata, como se escribe, del movimiento político mas ambicioso, pero revestido de reminiscencias históricas, lo cual pareciera indicar que para Xi el gusano de seda no ha muerto. China, de donde arrancarían parecería inducir a Xi a recordar la vocación de “los chinitos” a restaurar su tradicional lugar como superpotencia. Se trataría, por tanto, de “iniciativa económica” y de “ofensiva diplomática”. Supone la construcción de grandes obras, así como la cooperación energética, financiera, científica y tecnológica. Prevé, además, un área de integración económica. Pekín tiene previsto un aporte de 40.000 millones de dólares. Para algunos sería la estrategia económica más ambiciosa desde el Plan Marshall.

El proyecto encuentra objeciones concernientes a su puesta en práctica, calificándose más bien como una visión estratégica que un planteamiento claro y definitivo. No obstante, se reconoce que China cuenta con sobradas razones para invertir en procura de un sistema internacional más favorable a sus valores e intereses (Sandra Ramos, 2016). No puede dejarse de lado, tampoco, el clímax de peligrosidad, que, por supuesto, acompañaría la iniciativa de Xi Jinping, pues “las orugas hoy” se alimentan de energía nuclear y pueden vomitarla en cualquier momento. No se trata de capullos para seda Estados Unidos, Rusia y China, entre otros imperios, suelen amenazarse con ella diariamente ante la tribulación de la humanidad. Un atentado ante el arreglo que hoy el mundo demanda. La ruta es hoy persuasiva o disuasiva, convincente o convencida por parte de las diferentes potencias, el dinero mal habido, el narcotráfico, las limitaciones a los derechos humanos. La pauta “quítate tú para ponerme yo” es el semáforo que guía a los conductores, pero con la advertencia de que las luces rojas y verdes están a merced de “un individualismo perverso”. El mundo, como se escucha, cambia, pero no sabemos si para peor de lo que estamos.

Ha de agregarse al elenco “el apropiamiento de la democracia” por regímenes atípicos con sustento en la explotación de la ignorancia, de un sistema dadivoso en procura de cooperación para el ascenso a los gobiernos, cuyos jerarcas suelen llenarse primero los bolsillos con un dinero que han de ocultar tanto que no saben si fue más difícil aprehenderlo que disfrutarlo. La confrontación actual en Brasil entre Jair Bolsonaro y Luiz Inacio da Silva tiene verdaderamente enredado a los votantes, quienes parecieran no desear votar. Evidencia de un profundo descontento.

En la crisis de América Latina a los chinitos se les mira con “paura”, hasta el extremo de que al común se le escucha ¿qué harán estos chinos por aquí? Y en las conversaciones entre venezolanos se oye “esto está lleno de chinos”. Preguntas y respuestas frecuentes.

No es de extrañar, por tanto, que la simpatía popular induzca a que comience a afirmarse: “Los chinos andan por aquí aprovechando ‘la ruta de la ceba”.

Pues, de que son avispados no hay duda.

@LuisBGuerra

 


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