Ayham Ghazoul, activista de los derechos humanos que luchaba por la democracia y el fin de la dictadura de Bashar al-Assad, fue torturado hasta la muerte por la policía política al estallar el conflicto en Siria.

Lo que en marzo de 2011 era un capítulo de la Primavera Árabe, con un amplio movimiento de protesta, pronto derivó en un conflicto civil, con horrores como los de la Segunda Guerra Mundial y hasta ahora el peor infierno del siglo XXI. Y todo porque otro dictador prefirió aferrarse al poder por todos los medios y sacrificar a su pueblo.

Ocho años después, Mariam al-Hallak, madre del estudiante de medicina asesinado, participa desde Berlín en la caza de torturadores del régimen de Al-Assad que han emprendido investigadores de toda Europa para hacerles pagar por crímenes de lesa humanidad.

“No puedo entender cómo una persona puede torturar a otra convirtiéndose en un monstruo”, expresa la madre de Ayham, citada por el medio alemán en español DW.

Y es que con la dictadura de una pandilla, llámese el régimen de Al-Assad, nazismo, comunismo o socialismo del siglo XXI, surge el reino de la fuerza bruta y la violación del más elemental de los derechos ciudadanos.

Regímenes como esos suelen inculcar una nueva “moral” a sus agentes, con la cual sustituyen su propia conciencia por la sumisión al dogma y los intereses corruptos de jefes mafiosos.  Se valen de hombres incapaces de discernir entre el bien y el mal, siempre sin carácter ni formación moral, que cumplen fríamente órdenes sanguinarias a cambio de prebendas y privilegios dudosos.

Pero las víctimas no se dan por vencidas. La tortura sistemática cometida por Al-Assad se documenta. Un ex policía sirio, alias César, arriesgó la vida para sacar de su país más de 26.000 gráficas que prueban esas atrocidades.

El abogado de derechos humanos Mazen Darwish, torturado por el régimen sirio antes de huir de Damasco, afirma que ahora, con víctima y sospechoso, existe la posibilidad de un juicio en Europa fundamentado en la ley. “Algo impensable en Siria”, dijo a DW. En Francia fue atrapado este año un torturador sirio y en Alemania dos, entre ellos Anwar R., que llegaron a Europa haciéndose pasar por refugiados.

El investigador William Wiley, ex fiscal general de la ONU con experiencia en los casos de Yugoslavia y Ruanda, acumula un minucioso y cuidadoso archivo que incluye documentos sacados de Siria por los caminos verdes sobre las atrocidades perpetradas por el aparato de represión de Al-Assad, integrado por la cúpula enquistada en el poder, militares y partido de gobierno.  

Entretanto, prosigue en toda Europa la caza de torturadores sirios –porque hay muchos más, según sus perseguidores– para llevarlos ante la justicia junto con su jefe Al-Assad, como se ha prometido la madre de Ayham. Y como tendrá que pasar algún día con quienes lanzaron al concejal Fernando Albán de un piso 10 y torturaron hasta la muerte al capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo.


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