La oposición finalmente conectó. Los cabildos abiertos han sido un éxito. A la gente no le interesa si hay o no decisiones ni quiénes están detrás de la convocatoria, lo que quiere es encontrarse, animarse, sentirse mayoría, y eso poco a poco se está logrando.

Hasta en el más pequeño pueblito se movilizan porque quieren reconocerse. «Hola, Nicolás, hemos vuelto», le dicen al mandatario, al que acusan sin pelos en la lengua de usurpador. Y ahora lo hacen con más desparpajo. «Nos quitaron todo, así que no nos importa nada», señalan.

Los cabildos se multiplican a gran velocidad. En muchos en el centro de Venezuela ha estado el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, animando, conversando, liderando la convocatoria; en otros se ve a los diputados del Parlamento explicando, analizando, acompañando al pueblo, bien cerquita de la gente; pero también los hay solo con participación de un puñado de políticos, algunos de escasa relevancia, con mucha presencia de pueblo..

Al principio los chavistas no le prestaron atención, pero ya empezaron a preocuparse porque la situación amenaza con desbordarse y eso no les gusta. Ya en Petare quisieron sabotear el acto y en San Francisco, en Zulia, hasta heridos hubo luego del ataque de unos malandros vestidos de rojo.

Los cabildos están de moda y hasta los opositores que hace una semana eran detractores han tenido que sumarse porque piensan que cualquier cosa es posible.

En los cabildos se siente alegría, muchas ganas de hacer nuevas cosas y deseos de afrontar el futuro sin el lastre que significa este gobierno. En los cabildos se respira esperanza, la misma que hace unas semanas se creía perdida.

Esta semana puede ser determinante y hay que estar preparados para no ser espectadores sino protagonistas. Que nadie se quede mirando al cielo a esperar que le caigan las soluciones mágicamente, que nadie crea que otro va a hacer el trabajo que toca a cada uno. De cabildo en cabildo confiemos en que pueden hacer grandes cambios.


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