El que tenga acceso a los periódicos de diciembre de 1957 luego del plebiscito impuesto por la dictadura perejimenista, podría solo percibir el aroma de paz de los sepulcros impuesta por los esbirros de la Seguridad Nacional de Pedro Estrada, incluso las clases económicas y pudientes de la época, como se les solía llamar, publicaban sendos remitidos preñados de loas al dictador de Michelena, en el contexto de una oposición exiliada, con centenas de asesinatos, desaparecidos, encarcelados.

Eran tiempos donde la edición de los medios era aprobada primero en Miraflores antes de ser publicada, debiendo ingeniárselas los jefes de redacción en informar sobre la caída de dictaduras, allende los mares, para prefigurar por mampuesto lo que sucedería en Venezuela en el corto plazo, tan corto que en tan solo 15 días al amanecer de año nuevo de 1958, estallaría la revuelta militar y la posterior convocatoria a huelga general, con el desenlace histórico que todos conocemos.

Aquel, el último dictador venezolano del siglo XX no vaciló ante el repudio popular en abordar su Vaca Sagrada, el avión que lo rescató con maletas repletas de dólares, en pirarse adonde su pana y colega Trujillo el dictador de República Dominicana, para luego ser finalmente protegido por otro de baja ralea, Francisco Franco en España.

Los que tenemos ahora en el siglo XXI son de otra estirpe, mucho peor que la del fenecido dictador de la escuela andina, pertenecen a la saga estaliniana, expertos en ungirse y ampararse en estafas revolucionarias y antimperialismos de pose, para justificarse nacional  e internacionalmente, así el costo en vidas se multiplique lo necesario para mantenerse en el poder, como lo ha demostrado la historia universal.

Lo que presenciamos en pueblos y ciudades de Venezuela en la fase de agonía del madurismo gobernante entre 2016 y 2017 es apocalíptico, ante la ferocidad de la represión desatada con gases lacrimógenos, francotiradores a la vista, violación de autonomía universitaria, asesinatos que se agregan a la lista inolvidable de 2014, centenas de heridos, decenas de encarcelados ilegalmente, la respuesta ha sido la actitud valiente de la población reafirmada en la reciente Semana Santa, incluso presionando a la dirigencia partidista de enfrentar sin tregua al régimen repudiado por todos.

La protesta ya es general e indetenible ante la felonía gubernamental de decretar asueto laboral durante toda la semana santa, multiplicar los CLAP alimentarios ante la miseria y la hambruna, imponer un boicot informativo de censura a las movilizaciones es ridículo, en una época de revolución digital de las redes sociales, al pretender esconder la cruenta realidad que vive el pueblo venezolano.

Por tanto la respuesta política no puede reducirse ingenuamente a unas elecciones regionales, debe contener la propuesta de una agenda que integre a todos los sectores políticos y sociales que implique: Libertad a los presos políticos, destitución de magistrados de la sala constitucional del TSJ, elecciones generales, restitución de competencias a la Asamblea Nacional, apertura de canal humanitario de medicinas y alimentos, reconducción de divisas para la reactivación del aparato agroindustrial y restablecimiento del diálogo social, son tareas entre otras de un gobierno de transición, que ponga punto final a la tragedia nacional que padecemos.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!