El alto mando de las Fuerzas Armadas venezolanas en conjura con los colectivos armados de la violencia y el apoyo de los militares del castrismo cubano constituyen hoy una gran barrera para reinstalar la democracia en Venezuela.

Para justificar su línea de defensa del poder usurpador pregonan su oposición al cambio democrático por la necesidad de impedir una hipotética guerra civil, tal como declaran Zapatero y Padrino López, “un baño de sangre”. Sobre esta tesis es fraudulenta, no existe ninguna muestra, prueba o indicio de que en Venezuela pueda ocurrir un enfrentamiento entre sectores del pueblo. No hay guerra entre partidarios del gobierno y partidarios de la oposición. Lo que existe es un Poder Ejecutivo usurpador apoyado por las FANB, Cuba y grupos paramilitares o colectivos armados que pretenden aplastar a la Asamblea Nacional legítima, elegida por los venezolanos y apoyada por 80% de la población que aspira a la restauración de la democracia. No existen grupos armados entre los venezolanos que luchan por la libertad, no hay contingentes defendiendo con fusiles y cañones, solo gente caminando, protestando, en asamblea, proclamando nuestra fe en la democracia.

El único peligro que confronta Venezuela es ser aplastado por Padrino y los comandantes de la Aviación, el Ejército, la Armada, la Guardia Nacional, la Milicia y los jefes del Ceofanb, no les importa, no les duele que las FANB se destruyan, si mantienen su complicidad con las hordas de Valentín Santana y los militares cubanos que han extraído hasta la última gota de sangre y vida a su pueblo y vienen aquí como Drácula a chupar sangre y petróleo.

La guerra civil al igual que la polarización son argumentos falsos para impedir la unidad del pueblo, y sobre todo para mantenerse en el poder.

El objetivo real es seguir usurpando un poder ilegítimo construido con trampas amañadas por ese lamentable CNE, para nuestra desgracia constituido por mujeres, que pasará a la historia de Venezuela como una de las instituciones que traicionó su misión de garantizar la libre expresión de la voluntad popular y avaló los crímenes cometidos contra nuestro pueblo.

En ninguno de los 335 municipios que forman el país se libra una batalla entre oposición y gobierno, más allá de algún alcalde chavista abusador y despótico que pretenda negarles a las personas el suministro de gasolina, no hay grupos humanos oficialistas confrontados con otros que pelean por la libertad. Lo que pudo existir, y esto sí es cierto, son personas paralizadas ante las amenazas a las represalias del régimen de expulsarlos de la lista de beneficiarios de la bolsa de alimentos o botarlos de algún insignificante cargo público. Temor que es menester reconocer fue superado este glorioso 23 de enero.

En realidad, donde podemos temer una confrontación es en el seno de las Fuerzas Armadas, en el enfrentamiento de tropas por acatamiento de órdenes contradictorias entre los comandantes que las dirigen, lo cual significaría la destrucción de nuestras Fuerzas Armadas. No habrá ninguna guerra entre hermanos como pregonan Padrino y Zapatero, solo una terrible disputa entre hombres armados, lo cual sería una pavorosa situación para todo el país, provocaría un baño de sangre en el seno de las FANB y el país podría quedarse en manos del que imponga mayor capacidad destructiva y asesine más gente. La democracia triunfará en una gesta sin precedentes, el pueblo en asamblea apoya la búsqueda de elecciones libres y transparentes, sería muy lastimoso ver a los venezolanos que integran nuestras Fuerzas Armadas luchando entre ellos y disparando contra los ciudadanos.

Es vital la insistencia de Guaidó sobre la salida de los mercenarios cubanos y el llamado a las FANB a respetar la Constitución. Hay que frenar la represión del FAES, sus agentes tienen que ignorar las órdenes de disparar contra las viviendas de ciudadanos desarmados. La violencia y las muertes no provienen de la confrontación de grupos civiles por sus ideas, es el régimen de Maduro-Padrino y Castro que asesina y encarcela ciudadanos para retener el poder destruyendo las FANB y contra el mundo entero.

La guerra entre hermanos no existe ni existirá, hay que conjurar el poder destructivo de los usurpadores y expulsar a los agentes cubanos que se prestan para asesinar a un pueblo que aspira a una libertad que han negado a sus propios hermanos. Sigamos adelante con Guaidó y la Ley de amnistía como símbolo de un nuevo país.

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