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1. ¿Puede una ciudad sobrevivir sin Air Rights? (f. Primer ascenso de un montgolfier).

«Es un hecho que el futuro contendrá al pasado, no lo reemplazará». Jorge Otero-Pailos1

1. Oxígeno, Nitrógeno y Argón

Quien haya visto alguna vez florecer una Ceiba entenderá lo que digo. En cierta época del año estos árboles parece que van a secarse, tan desnudos se quedan. Lo que ocurre es que muy pronto van a cubrirse totalmente de copos blancos. Uno podía estar sentado, por ejemplo, en clase, cuando empezaban a entrar imperceptiblemente por las ventanas esos azarosos corpúsculos sin peso, esas semillas blancas recién liberadas que flotaban ligeras en el viento, planeando en completo estado de ingravidez, para ir a posarse en los lugares más disímiles: el pupitre, la papelera, la calva del profesor de Castellano. Alguno con más suerte cayó en el patio del colegio, y es hoy un gigante.

Toda la urbanización duraba así, inmersa en su diario baño de éter, suspendida entre las rutas de las semillas aladas, semejantes a las del cardo y a las del diente de león, como colgada de un sueño. Y –si es que podemos comparar un árbol con un edificio– cada vuelo, desprendiéndose de su cuna vegetal para ir a recorrer la incertidumbre de las calles por un terreno fértil donde germinar, contenía la fiel promesa de una gran construcción. Ese era el escalofrío sentido al contemplar un copo en la palma de la mano: la responsabilidad por el destino de aquella pequeña isla flotante que nos había tocado en suerte, por su arquitectura errante. Ahora lo debíamos sembrar. ¿Cuál sería el lote más propicio?

Friedrich Nietzche escribió: “Todo lo que es bueno es ligero”.2 Gabriele D’Annunzio aseguró en La ciudad muerta: “Las alas impalpables son las que vuelan más lejos”3; mientras que Anna de Noailles le cantó hasta el cansancio a «la nobleza del aire”4. Inflamadas visiones celestes. Bajo ellas, junto al piso, yace la ciudad. La ciudad, mitad cósmica mitad terrena, afianzada en el suelo, pero a la vez móvil y rica, ¿podrá encontrar en el aire su salida más diáfana?

2. «Ceiba, La Floresta» (f. Rossella Consolini, 2009 – Facebook group «Caracas en flor»).

2. Una ciudad celeste

Con el hervidero de intereses terrenales que le están trancando el juego en tierra, los monumentos, los sitios monumentales y los distritos históricos de nuestra ciudad, muchos de ellos sin haber sido designados ni protegidos aún por nadie, con sus lugares irremplazables y toda la cultura urbana, siguen indefensos ante los filisteos del “desarrollo”. Caracas, imaginada solo como una gran vaca lotificable en cortes de carnicero, en beefsteaks para el gaznate, en sórdidos metros cuadrados para usufructuar, ¿podrá escapar en el casco de su nave aérea?

Reconozcámoslo: ciento veinte años tenemos al menos de retraso frente a nuestro gran alter ego urbano: Nueva York. En 1925 ya allí se estaba fundando la Municipal Art Society, tras el empuje del City Beautiful Movement, el movimiento cultural urbano que desde los días de la Exposición Mundial de Chicago luchó por una nueva concepción para las ciudades americanas, coordinando su planificación con los mejores arquitectos y artistas. Todo ello inició desde entonces la saga de la protección de la memoria de Nueva York, una ciudad tan desatinada, tan nueva, tan violenta, tan cambiante y tan ferozmente reacia a la conservación como la nuestra.

El talante conservacionista con el tiempo vio surgir en Nueva York el primer Comité para un Plan Adecuado para la Ciudad. Un primer fallo de la Corte Suprema decidió en 1954 que “la comunidad debe ser bella”. En 1965, se promulgó la primera Ley de monumentos y tuvieron lugar las primeras audiencias públicas para garantizar salvarlos. La conciencia se difundía lenta pero efectivamente. La ciudad vio nacer las primeras campañas de autosalvación: “Adopte un monumento”, “Salve a Nueva York”.5

Se fundaron la Comisión Asesora para la Preservación de Monumentos y la Architectural League. Nacieron las primeras asociaciones vecinales urbanamente correctas: los Amigos de la Arquitectura del Hierro Vaciado, los Amigos de Central Park, la Asociación de la Quinta Avenida, entre otras. La ciudad y sus defensores agrupados lograron que se designaran los primeros Distritos Históricos (como Greenwich Village) y contemplaron satisfechos la protección de miles de monumentos gracias a los recursos que fueron apareciendo tras presenciar cómo se salvó en Park Avenue a la iglesia de Saint Bartholomew –obra del arquitecto Bertham Grosvenor Goodhue, 1903–, con la venta histórica de sus derechos de aire al edificio de atrás. Desde entonces, los Air Rights se convirtieron en la principal e indiscutible tabla de salvación para equilibrar el desarrollo en la ciudad contemporánea.

Aire. El aire también se mide: en metros cúbicos. Es espacio cuantificable. Por lo tanto, es una operación igual de simple sacarle el cubicaje a un globo aerostático que calcular el R10 de una parcela. Campo Alegre tenía varias toneladas de aire vendible flotando sobre los techos de las casas de Mujica Millán antes de su innecesaria destrucción en los noventa. Sin embargo, aunque no hemos podido lograr hasta ahora crear la indispensable Ley paraguas que permita la Transferencia de Derechos de Aire a nivel nacional para la salvaguarda del patrimonio urbano en toda Venezuela, desde 1999 (cuando escribiéramos nuestro primer alegato a favor de la implementación de esta herramienta para nuestra ciudad) hay buenas nuevas.6

En julio de 2017, el Concejo Municipal de Chacao dio un extraordinario paso en este sentido, al aprobar la Ordenanza No. 007-17, titulada «Ordenanza sobre la Protección y Defensa  del Patrimonio Cultural del Municipio Chacao» (en cuya redacción nos enorgullece haber colaborado junto con la abogado María Auxiliadora Dubuc, el concejal Shully Rosenthal y la abogado patrimonial Iris Rangel de Apahive, todos ciudadanos de primera línea que honran a esta la ciudad por su lucha por la salvaguarda de su memoria urbana).

3. Los Derechos de Aire al rescate del patrimonio

Dicha ordenanza de avanzada menciona en su Título II Artículo 11, entre las atribuciones del recién creado Consejo para la Protección y Defensa del Patrimonio Cultural del Municipio Chacao, su potestad para

«Estudiar, diseñar, recibir, proponer y tramitar las propuestas para la transferencia de De Derechos de Construcción o Derechos del Aire».7

Por lo tanto, defensores del patrimonio, pongan atención: tan solo con este párrafo histórico esta ordenanza le abre las puertas a la inclusión en todo el territorio nacional al instrumento de los derechos de aire. Es su bautizo legal. De ahora en adelante es importante empezar a apelar a este recurso para que miles de metros sean transferidos a zonas donde la densificación sea inocua y por ende pueda salvarse cualquier patrimonio en peligro en nuestra ciudad. Así como puedan salvarse también los bolsillos de los propietarios de bienes patrimoniales, algo que no es menos importante.

En el caso de Chacao, por ejemplo, un buen destino receptor de aire patrimonial sería la Avenida Francisco de Miranda. En Las Mercedes, la Avenida Río de Janeiro. Esos volátiles metros pueden grácilmente zurcar la atmósfera para irse a posar donde sea más adecuado construirlos. El dinero de la venta siempre dejará muy contentos a los propietarios de bienes monumentales. Al fin y al cabo, se trata de vender metros, ¿no? Pero no de memoria urbana, sino de aire.

Así, pues, queridos lectores, sobre nuestras cabezas levita el atajo que nos hará saltar el siglo largo de retraso en materia de conservación urbana. Cuando un propietario privado de un monumento no esté interesado en conservarlo y desee demolerlo para venderlo; cuando el municipio no haya encontrado un comprador alternativo para la propiedad o no pueda el mismo adquirirlo, entonces, en vez de conceder ningún permiso de demolición, el municipio le permitirá al propietario vender su aire, es decir, ofrecer en venta pública todo lo que podría construirle encima de cualquier propiedad patrimonial;, según la ordenanza vigente en esa parcela de la ciudad.

Arriba, en el cielo, gravita una ciudad celeste. Un dorado aéreo. En el aire avistamos una gran bandada de montgolfieres con cintas tricolores que esperan pomposamente estacionados sobre Las Mercedes. Mientras tanto, sobre el Caracas Country Club parece celebrarse una regata de doradas goletas aladas. Por los cuatro puntos cardinales, miles de aeróstatos, de construcciones diáfanas, de negocios volátiles, de copos de ceiba, divagan flotando ansiosamente sobre el valle y el litoral, esperando ver dónde pueden atracar en la ciudad… Para salvar de una vez y para siempre su memoria urbana.

Notas:

* Basado en el artículo del mismo nombre publicado en la columna de Arquitectura de El Nacional el día lunes 28 de junio de 1999.

1. «It is given that the future will contain the past, not replace it…» Jorge Otero-Pailos. Palabras de apertura del PhD en Preservación Histórica, Graduate School of Architecture, Planning and Preservation (GSAAP), Columbia University, Nueva York, Enero 17, 2018.

2. «All that is good is easy; everything divine runs away with light feet». Friedrich Wilhelm Nietzche.  Beyond Good and Evil. Duck und Verlag von C.G.Naumann, Leipzig, 1886.

3. Gabriele D’Annunzio. La citta morta, 1896. En: Tragedie, sogni e misteri, Volumen 1, Antonio Mondadori Editore, Milan, 1939.

4. Condesa Anna de Noailles. Oeuvre poetique complete, Ed. Than-Van Ton-That, 3 vol. Editions du Sandre, Paris, 2013.

5. Gregory F. Gilmartin. Shaping the City: New York and the Municipal Art Society, Clarkson Potter Publishers, Nueva York, 1995.

6. Hannia Gomez. «Aire». Arquitectura, El Nacional, Caracas 28 de junio de 1999: http://hanniagomez.blogspot.com/2008/01aire.html?m=0

7. Concejo Municipal de Chacao. Ordenanza No. 007-17, Ordenanza sobre la Protección y Defensa  del Patrimonio Cultural del Municipio Chacao, Gaceta Municipal Municipio Chacao, Numero Extraordinario: 8592, Caracas, Julio 7, 2017.


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