La educación privada está herida de muerte. La hiperinflación hace –y hará– casi imposible pagar los colegios donde nuestros hijos reciben parte de su formación.

En pocas palabras, vamos camino a que se acabe la educación privada por el alto costo de los uniformes, zapatos, cuadernos y libros. Aunado al gasto diario de merienda y transporte.

En fin, la tragedia que muchos padres estamos viviendo este año al no poder inscribir a los niños en los colegios, nos llevará a reinventarnos y tratar de mantener lo único que podemos dejarle a nuestros chamos que es la educación.

Nunca pensamos que podríamos llegar a una situación en la que tendríamos que escoger entre comer y comprar los útiles escolares. Definitivamente, bajo esta premisa, como reza el dicho popular, si no nos agarra el chingo, nos agarra el sin nariz.

A la tragedia que padecemos al comienzo de este nuevo año académico, se le suma un número importante de escuelas, como en el estado Bolívar, que ante las emergencias, tienen es sus instalaciones a miles de damnificados. Otras que no se encuentran en condiciones para recibir a los alumnos.

A pesar de que el gobierno les está dando los útiles a los niños que estudian en las escuelas públicas, eso es insuficiente ya que la mayoría hoy no pueden consumir las 2.000 calorías que se requieren diariamente.

Como reflexión, ratifico que nuestro principal problema es de educación y de falta de cultura. Cuando en un país es más noticiosa una cena presidencial atendida por un carnicero payaso que no se puedan comenzar las clases en un importante número de escuelas, es que el país no está bien.

Un país donde no solo el inicio de las actividades escolares estuvo por debajo de 20%, sino que sigue creciendo la deserción escolar, no solo entre estudiantes, sino también en el gremio de docentes. Donde usted se acerca a cualquier feria escolar y estas se encuentran más solas que la una, tanto por falta de alumnos como de dinero para adquirir los útiles.

De lo que sí estoy seguro es que todas estas acciones son para que el gobierno pueda cumplir sus sueños de tomar la educación privada y adoctrinar a nuestros hijos en un retórico programa “socialista” que ellos pregonan pero no practican. Tenemos que luchar por conservar lo poco que nos queda y esforzarnos para recuperar un país en ruinas, y que con unidad y organización, y con la ayuda de todos, sacaremos adelante.

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