Universidad de Salamanca

Todos los gremios que trajinen en cualquier rama profesional han seleccionado un día del año para celebrar su día. Así tenemos el día del Médico, del Contador Público, del Ingeniero, del Abogado y de cualquier otro profesional.

Encontramos en nuestros apuntes cotidianos de algunos profesionales en cualquiera de las ramas. Un ejemplo lo tenemos también en las escuelas universitarias. Cabe fechar la fundación de la antigua escuela salmantina en 1218. El primer diploma conservado de la universidad es una cédula del rey san Fernando, de 1243, en la que trata de la fundación de la misma por su padre el rey Alfonso IX de León. En 1254 el rey Alfonso dota generosamente doce cátedras y en el mismo año el papa Alejandro IV concede a la universidad la categoría de Estudio General, junto a Bolonia, París y Oxford. Nuevos privilegios le son concedidos por Benedicto XIII y Martin V, igualmente lo hicieron los reyes católicos.

El Tostado, famoso teólogo, Lope de Barrientos y Pedro de Osma simbolizan la universidad medieval. En Juan de Enzina y fray Diego de Daza tenemos ya el Renacimiento. En los comienzos del siglo XVI Salamanca es uno de los centros de enseñanza más importante del mundo. Los planes de Colón fueron sometidos al juicio de sus maestros, y de Salamanca había de salir la más enérgica defensa de los derechos de los indios, como también la igualdad humana. Igualmente, los más grandes teólogos del Concilio de Trento son discípulos del P. Francisco, de Francisco de Viloria. El Derecho Internacional surge como consecuencia de aquel movimiento teológico, que en las cátedras estuvo representado por Domingo de Soto y Melchor Cano.

Las grandes figuras del humanismo español enseñaron en Salamanca, Antonio de Nebrija, Arias Barbosa y Hernán Núñez de Guzmán, Fernán Pérez y Francisco Sánchez, y los hermanos Antonio y Diego. Estudiante el primero y luego profesor de la universidad de Salamanca, fray Luis de León -1528 -1591, es la figura emblemática de la época de mayor esplendor de la institución, poeta, su traducción al castellano comentada del Cantar de los Cantares le valió la cárcel inquisitorial durante cinco años. Cuando fray Luis fue liberado, la universidad le confió una cátedra de Teología. En su primera clase tras el presidio, pronunció su célebre frase “Como decíamos ayer”. Hoy podemos visitar el aula en la que impartía sus clases, que se conserva prácticamente igual.

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